Realizas la reserva con impaciencia, con las ganas de iniciar ese viaje que tanto anhelas, que desde hace tanto esperas.
Pero algo ocurre.
Vas en el autobus, observador, atento a todo cuanto transita al otro lado de la ventana, del vidrio, del cristal. Miras con detenimiento el paso de los árboles paralizados, el movimiento de la gente, un semáforo que cambia a verde, un perro solitario, un vagabundo con la cabeza gacha delante de una iglesia... La vida.
De repente, oyes cómo los aviones desgarran el sonido.
El autobus se detiene. Bajas. Buscas en un panel electrónico el número de tu avión. Compruebas que todo va bien, como estaba previsto. Has facturado la maleta, que solo pesa 7 kg., porque te gusta ir ligero de equipaje, como bien aconsejaba Machado.
Ligero de equipaje.
La puerta de embarque se abre: tu destino se aproxima, los nervios afloran, la mente despega a otros lugares mucho antes de que lo haga el resto del cuerpo.
La tensión se dispara. Todo empequeñece y lo que antes era un manto verde ahora ha tornado un tapiz de blanca lana.
El avión desciende, recoges tu maleta.
Pero todo no ha salido como estaba previsto: la cartera.
Necesitas comprar el billete del autobus. Te llevas la mano derecha al bolsillo del vaquero y te encuentras con un terrible sorpresa: te han robado.
Robado: sin monedero, sin documentación que te identifique, en un país extranjero, en otra lengua. Desamparado.
Si ya lo decía mi gran amiga Mathilde: "Il vaut mieux porter des photocopies du passeport afin d'éviter d'éventuels problèmes" o, como diríamos en nuestra propia lengua, mejor prevenir que curar; si vamos de viaje llevemos siempre fotocopias de toda nuestra documentación para evitar problemas venideros.
¿Por qué digo esto?
Porque hoy ha venido a la recepción del hotel un huesped belga, que se encontraba en la situación expuesta. Ahora el tiempo apremia y no sabe cómo va a poder regresar a su país, ya que sin documentos personales no puede subirse en el avión. Con un poco de suerte, le podrán enviar una copia desde su embajada...
Con un poco de suerte.
José, tu blog es como un soplo de aire fresco. No pierdas nunca esa sinceridad que tienes. Y sobre todo, no dejes nunca de escribir!
ResponderEliminarMuchas gracias. Siempre alegra saber que alguien te lee y te valora. No sé quién eres porque me sales como anónimo. Seguiré escribiendo mientras no me bloquee y sienta la necesidad. Gracias. ;)
ResponderEliminarDe nada, hombre. Me llamó mucho la atención "lo que cuesta aprender un idioma". Como soy traductor, esa cuestión me interesa mucho.
ResponderEliminarPor cierto, te descubrí a través del FB de Malores. Hizo bien en subir ese enlace,eh! :)
Ah, ok. Yo también soy traductor, aunque no trabajo en ello. Muchas gracias por comentarme.
ResponderEliminarEsta Malores... es un encanto. :)
Un saludo