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Mostrando entradas de diciembre, 2014

Feliz Navidad

Estoy sorprendido de mí mismo. Hace años que no me gusta la navidad ni su falso espíritu navideño. Y fijaos por dónde, voy y me paso más de dos semanas haciendo cosas navideñas en el instituto. Incluso he vuelto a escribir un cuento más de Navidad. Este tipo de acciones es el que me hace extraño a mí mismo, a mi forma de actuar a veces.  Tal vez lo único que me lleva a escribir el cuento de Navidad sea el hecho de que hay cierta magia en la temática. No sé. El otro día en clase me hicieron leer el cuento de este año que encontráis en el post anterior. Me vi poseído por Papá Noel y Mamá Noel, pero no solo eso, también me poseyó mi propio espíritu infantil, ese de un niño que adoraba la Navidad, que se acostaba temprano para que llegara con rapidez la mañana del 25 y bajaba las escaleras deseoso de ver lo que le habían dejado debajo del árbol. Ese niño está tan vivo en mí que puedo ver y sentir lo que ocurría hace ya tanto tiempo. Noto el frío del suelo, porque siempre iba des

Mamá Noel también reparte regalos

Aquella noche la fábrica estaba en pleno funcionamiento y la chimenea calentaba gracias a su fuego bien alimentado. Falta hacía, porque el invierno parecía haberse adelantado y fuera de la fábrica el marrón otoñal había tornado blanco puro de tanta nieve que había caído las últimas semanas. Todos iban acelerados, unos empaquetaban videoconsolas, otros peluches y muñecas, alguno, de tanto juguete que había, ya no sabía muy bien lo que hacía, simplemente se dejaba llevar por la costumbre de meter regalos en bonitas cajas de cartón o de envolverlo todo en colorido papel. Todos, en definitiva, sabían lo que hacían porque sus manos funcionaban solas, al ritmo de canciones cargadas de dulces melodías y mensajes agradables. Entró en la sala un señor mayor con cierta obesidad y una barba blanca destacable. Cualquiera podría reconocerlo. Era Papá Noel, un ser entrañable, con una energía poco propia de alguien con su edad. Se movía con soltura entre sus duendes y comprobaba que todo estaba

Todo lo malo tiene correspondiente bueno

" Hallaré cobijo donde me halle la tormenta ." Horacio Tomada esta sentencia al pie de la letra es muy real. ¿Cuántas veces no nos hemos encontrado por la calle sin paraguas y el cielo ha desplegado sobre nosotros un mar de lluvia? ¿Y cuántas veces igualmente hemos hallado un techo donde guarecernos de la lluvia? Es impresionante que por instinto siempre buscamos un sitio donde cubrirnos de las inclemencias del tiempo. ¿Supervivencia? Debe ser eso.  Tengo un defecto o una virtud y es que soy incapaz de concentrarme en un único asunto. Esto ya lo sabía pero lo olvido a menudo. El otro día me di cuenta de nuevo de que tal vez debería mejorar este aspecto. En cualquier caso, más de una vez me he sorprendido a mí mismo huyendo de la lluvia y tratando de buscar un lugar donde no mojarme y, curiosamente, a la vez estaba reflexionando sobre el porqué de esa huída, por qué no quedarse bajo la lluvia y disfrutar de la relajación, de la naturaleza viva, de la calma y la tranqu