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Mostrando entradas de enero, 2014

Borradores

Me descargo la aplicación de blogger para hacer uso de mis tiempos de espera, usar lo que está a nuestra disposición mientras transcurre la hora. Tanteo un poco la aplicación y me pongo a inspeccionar los borradores. Tengo la costumbre de dejar muchos post a medias y no borrarlos nunca. Así, de súbito, uno descubre cosas que creía mal escritas y dejó en mitad de la escritura porque le parecían nefastas, malos engendros.  A veces olvidamos que los engendros pueden ser mejores que los originales, que los que creemos perfecto o cuasiperfecto. Ahora por ejemplo he leído un poema que escribí mi última noche de trabajo en el hotel a finales del septiembre pasado y que, a pesar de haberlo terminado, no llegué a pulsar la tecla de 'publier', digo la palabra en el idioma de Molière porque lo tengo en francés, como todas las tecnologías de mi vida. Esta es una costumbre que tomé con mi primer móvil en ese intento desesperado de introducir el idioma en mi cotidianidad, de captar palabras

Piramidal

Las pirámides no las hicieron extraterrestres.  Cuánta teoría barata sobre extraterrestres estoy harto de escuchar. Que no, amigos, que los extraterrestres que vienen en naves espaciales, verdes, con antenas, asquerosamente repugnantes... no existen. De eso estoy convencido y no hay quien me lo pueda quitar de la cabeza. Solo podría dudar si pienso que quizás no dan señales de existencia porque son tan inteligentes que prefieren no asomar la cabeza o lo que leches tengan como miembro cúspide, si acaso tienen o tuvieran. Como me ponga a pensar mucho en esto al final voy a crear yo mismo un tipo de extraterrestre estrambótico, lo que no desentonaría en absoluto con las ideas humanas que tenemos al respecto. Qué casualidad que son todos humanoides. Cucha, como dios.  ¿A qué teorías me refiero? Seguramente muchos de vosotros habréis oído hablar de la gran casualidad que suponen los edificios piramidales en las culturas antiguas y lo extraordinario de su similitud en puntos

Berlín

Dos meses ya sin escribir, ¿en serio? Me parece una broma no haber asomado los morros por aquí en tanto tiempo. ¡Lo que hace perder de repente un hábito! Empiezas no escribiendo, porque no se te ocurre nada o por el mero hecho de que no tienes ordenador o Internet y acabas perdiendo la necesidad de escribir, así como las ganas, las ideas. Desde noviembre sin redactar nada me parece terrible. Intentaré recuperar el hábito perdido, supongo.  Estuve en la capital germana una semana de vacaciones. Subir en el avión siempre es una experiencia que me pone de los nervios. Con la edad cada vez sufro más el vértigo de la caída, la sensación de ver que el avión se estrella, que explota un motor, que se abre un agujero en la estructura del aparato y salimos todos volando... ¡Qué ingente cantidad desproporcionada de visiones absurdas, aunque posibles, me bombardea al despegar y al aterrizar! ¡Es impensable! En esto ha debido influir mucho el cine catastrófico (catastrofista era la palabra