Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de septiembre, 2013

Escribir sin previo aviso

Voy a hacer lo de siempre, escribir sin consciencia, sin previa reflexión, solo por el hecho de combatir el óxido que recubre toda mi materia gris, para reparar las compuertas del cerebro y recoger toda su materia derretida por el calor del verano. Escribir como medicina contra el catarro de los miedos que me acechan a menudo. El pavor de no saber si la senda que se ilumina a mis pies sigue el buen camino hacia el porvenir que nunca viene, siempre extendiéndose hacia el infinito. En ese miedo que me ata cuando tengo turno de noche y veo sombras que se convierten en hombres con pasamontañas y el ruido aterrador de unos pasos que no suenan. Escribir cada día de nuevo para volver a ser quien era antes del verano, antes de perder el ánimo en el estrés de las horas desaprovechadas. Sobre todo, tengo que escribir para recordarme lo bueno que ha sido en realidad el verano, las cosas buenas que se sobreponen a las negativas. Porque este verano he tenido a S. conmigo muchas semanas, aunque no

Sin escribir escribiendo

Estoy perdido de la red, pero pronto estaré de vuelta por aquí. Estoy acumulando energías y cada vez me noto con más ganas de volver, escribir, contaros mis conclusiones, mis tonterías varias o simplemente comunicarme con los pocos que me leéis. Por lo pronto me apetece escribir un poco ahora, sin guion previo, como a mí me gusta tanto, como la imitación de la naturaleza, dentro de un orden que no sigue orden, de un caos que no es en realidad caos. Este verano ha sido muy duro en muchos sentidos y agosto, en especial, me ha dejado como dentro de un agujero negro, pero aquí estoy vivo y coleando, como el pez que a pesar de haber sido pescado a veces vuelve al mar y nada como ya lo hacía antes de caer en el anzuelo. Me han pescado este verano los overbookings, los descuadres, las cuentas no ajustadas, las broncas, los papeleos y los clientes estúpidos. Sí, he dicho estúpidos, porque también los hay, aunque por suerte no es la norma general. Para mi sorpresa, no he escrito ni una sol