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Mostrando entradas de julio, 2012

Pensamientos

16 de julio fue el último día que escribí en esta presa de palabras líquidas. Parece increíble que hayan pasado casi dos semanas sin escribir absolutamente nada aquí. Lo que más me sorprende es que he entrado a diario en él para releerme, como si escribiera acaso obras de arte o algo digno de ser releído, y no he tenido las ganas de ponerme a teclear y dejar salir un poquito de agua caligráfica para depositarla en este pequeño cuenco cibernético.  Que no haya escrito aquí no significa que haya dejado de hacerlo mentalmente. De hecho, mi cabecita loca no ha cesado en ese pesado empeño y ha acabado saliendo en forma de libros inacabados y preguntas para nuevas historias. Anoche mismo tuve un sueño completo, extraño y lleno de matices y aventuras, donde curiosamente yo no era uno de los personajes, sino más bien un mero espectador o el cámara que señala los planos y puntos de acción precisos; de resultas de ello nada más despertar he trazado un simple esquema de lo que en el mismo ac

Marot y el tiempo

Para el gran poeta francés Marot. Marot pronto aprende que no hay pasado glorioso que se deteriore en el presente ni fantasia que no se invente. Tres años vieron sus ojos las ruinas de la gran Roma y con pena pronto quería retomar la tierra de su patria. Debió marcharse al glorioso pasado para tornar la visión más realista y reconocer que donde vivía el presente era una delicia. Francia, de decadente pasó a deseada y el desdichado poeta prisionero de una tierra antes ansiada  no pudo retornar para su desgracia. Es ahora él, aquel ilustre poeta francés, un pasado glorioso, que vive en sus palabras, donde no ha envejecido su espíritu, ni su voz ha quedado ajada como tantas otras, y él demuestra de esa manera  que hay personas que sobreviven mejor, mucho mejor que ancianos imperios.

Parte contigo

Parte el autobús preñado de ti, pero yo me marcho antes para no sufrir. Hay un nudo de alambre en mi garganta, la saliva no fluye por no poder pasar y rebota hacia los ojos, es la lava del volcán, la pena de no saber el tiempo, la hora en que tus pupilas absorban de nuevo esas gotas, la saliva, que ahora es lágrima de cristal. Ayer caminaba con tu mano sujeta, hoy solo llevo aire entre mis dedos. No existe aquel soporte, no existe ni un madero flotante, que me saque de nuevo de este mar salvaje que es la vida, las corrientes que vienen y van, ni siquiera el mítico delfín. Se instala otra vez el presente, pobre sensación repetitiva, de recortes de aire, de disminución del alimento, de la vianda que nutre el alma, una hambruna que reaparece, una fuga que vacía el embalse, que apenas hidrata los tejidos de mi cuerpo. Es presente que vuelve a ser pasado, un presente que se mantiene en el recuerdo, en esa línea que discurre al paso de los cangrejos. Es pre

Abuela

Y es mirar esa mirada triste y ponerme sensible.  Es temprano, incluso corre esa brisa fresca y húmeda de la mañana en la costa granadina. Salgo de la casa de mi abuela, a la sombra de aquel viejo eucalipto que protege del sol toda la calle. Hay un nudo, una tristeza, al saber que montándome en el coche tardaré tiempo en volver a mirar esos tiernos ojos, que me comen con solo mirarme. Observo su cuerpo delgado y acartonado, cada vez más viejo, más débil y siento pena, miedo; acaso el temor de que algún día, cada vez más cercano, llegue la guadaña invisible que corta el hilo de la vida y la aparte de mí para siempre. Subo al coche. La perra dentro de su canasto gime, grita, chilla, tiene miedo o se ve desprotegida, quién sabe; pero ella se agita como cada vez que entra en aquel recinto diminuto que le sirve de transporte. Mi hermano se sube, tras besarla y abrazarla con energía, pero sin apretar demasiado el cuerpo de esa señora que es mi abuela y que tanto amamos. Mi madre le

El de las manos de poeta

                                                       Para Agu. Naciste con manos tejedoras de palabras inusuales, simples combinaciones de ideas que mucho dicen. Los libros te dieron la tela que tu espíritu necesitaba y con el tiempo supiste cómo tenías que hilarlas. Ahora te llegan los huecos, los espacios en blanco, crees que no puedes llenarlos con dibujos de letras negras. Miras, tras el viaje de la vida, si aún queda cabida para un presente repleto de los frutos para el invierno. Ves las pulgas que se reproducen en tu aterciopelado y viejo pelo, y ya no eres capaz de saber si todo esto es cierto o incierto. Te ocurre toda clase de malicias, parece que el tesoro luchado, merecido, nunca arriba, tal vez la marea no lo comparte. Llegan monedas de goma, parece que con ellas no comerás, pero no olvides, gran amigo, que en ti hay mucho más. Estudiaste y ahora luchas por formar la construcción y ves al pobre e

Poco aire

El verano incombustible andaluz camina lento, lento, arrastra los pies, llenos de heridas, mientras deja a su paso hilos de la sangre que ya es sudor. Ignífuga desesperación me quema, un incendio abrasador, que arde en el bosque que era aire, donde ya no queda ni ilusión. Vuelve el suspiro que asfixia, ese sentimiento tan destructor, que como rayo refulgente eclipsa a la par que fulmina. Suda la esperanza, aunque queda el amor, solo eso dibuja estrellas como perfuma el sol. Luces o sombras, grises que colman y a veces vacían la triste solanía. Ya no queda bosque verde, florido, tan solo son brasas, cenizas oscuras. Desiertos sonríen sequedad, carcomen la escasa felicidad que fue el espejismo acostumbrado del malparido hado. Que acabe ya, por favor, que acabe ya el verano, que vuelvan los tiempos, dulces tiempos de primavera.