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Mostrando entradas de abril, 2013

La geografía es la memoria de la historia.

Fes tiene el aspecto de una ciudad hermana de Granada.  Uno sabe, sin duda, cuándo se encuentra en un lugar que podría ser su casa. Es la sensación de sentir que la atmósfera, las caras de la gente, la arquitectura, los aromas, el cielo, la calzada... todo parece formar parte de uno. La ciudad nos abraza como lo hace una madre o una abuela. Al internarse en las calles de la medina de Fes, cualquier granadino, a mí al menos me sucedió así, se ve envuelto por la familiaridad de los colores y la estrechez de las calles, por donde no circulan los vehículos de motor, solo burros y mulas, que inevitablemente me recuerdan a mi Salobreña de la infancia, que ya no es la misma. Fue tan fuerte la familiaridad que creí vivir en el recuerdo de una Andalucía de hace muchas décadas, puede que siglos, aun sabiendo que yo no había vivido en esa época. De aquella ciudad salí lleno de vida, como sus sabrosos zumos de frutas, de naranja por nombrar alguno, o como la vistosidad de las ropas, de los du

Fin de semana

Unas lanzas que recuerdan a la "Rendición de Breda"  http://es.wikipedia.org/wiki/La_rendici%C3%B3n_de_Breda Abrió el libro que vino a buscar pero no leyó nada, reposaron sus páginas en sus rodillas, no deslizó la mirada por sus letras, ya leían sus ojos cerrados las pupilas del viaje de ondulados campos verdes. Tumbado en la cama dormía, el libro seguía entre sus piernas, pero no lo leía nadie, porque no vino a leer el libro aquel, solo quería creer que le narraban esa historia que era aroma de memoria, voz de un ayer que es hoy y mañana, una obra que conforma las páginas del día, unas lanzas que defienden Santa Fe, cuatro puertas que fueron protección de un campamento construido en sigilo, un sello y una carta entre cuadros de colores transportados por un túnel infinito hacia el pasado. Las páginas las ojea aun estando cerradas, pero las alamedas de la vega verdean el horizonte, son la vida, que resurge al roce de sus ortigas bajas. Ay, olor

Conciencia mortal de Baudelaire

A Baudelaire lo conocí un día tan caluroso como el de hoy. Recuerdo que venía volando en un albatros solitario y que su poema salía escupido de la boca de mi profesor de literatura universal. Descendió herido de aquel ave, juguete desplumado de unos marineros, y su carne se consumía en mi hoja de papel como el gas de un refresco.  Desde aquel día Baudelaire ha aparecido en muchas ocasiones en mi vida. Por alguna razón muchas veces he sentido que él y yo somos parecidos. Como es evidente yo no soy él. Ahora bien, él sí es yo. Él fue yo y será yo, porque es universal, porque fue objeto de la muerte, de la tristeza, de la angustia, de la soledad, al igual que lo somos todos nosotros, tú que me lees y yo que lo escribo. A nuestro ilustre albatros le aterraba la idea de morir y al mismo tiempo era presa del miedo cuando imaginaba que la vida pudiera alargarse demasiado. ¿Quién no ha padecido esa enfermedad que es el tiempo ? ¿Nunca has temido morir repentinamente o imaginarte viejo y v

Cada uno es su propio país

" A veces estoy lejos de mi tierra ", canta Claude Nougaro en su célebre " Toulouse ", donde recuerda su tierra, la ciudad rosa, la mochila, las iglesias de la ciudad, los lugares más importantes, su aeropuerto...  ¿Uno puede estar lejos de su tierra? Me lo pregunto ahora, mientras escucho esta maravillosa canción. Yo que he conocido la distancia de vivir en el extranjero, con esa morriña que no es patrimonio de los gallegos ni de los portugueses. Todos tenemos el mal du pays que dicen los franceses. Todos sufrimos la pena que nos embarga cuando alrededor todo es extraño, distinto, diferente, donde la lengua nunca es la tuya, el aroma de la comida, los paisajes del entorno, la arquitectura, el trato social, la música, las costumbres, los horarios, los valores siempre cambian, nos son ajenos. ¿En esas circunstancias uno puede confirmar que está lejos de su país?  No.  El país propio se desarrolla en nosotros mismos. No es una nación separada por f

Carmen de Lana del Rey y el tiempo.

El que piensa en el tiempo entra en un vórtice aturdidor y sale de él dañado, sin apoyo, cae lastimado, confuso, sin saber dónde está ahora, dónde estaba, ¿Acaso está en algún sitio?  Cada vez que escucho a Lana del Rey hay un alud de sentimientos, de recuerdos, de confusiones temporales que se apoderan de mí. Entonces me transformo en carro, que la melodía transporta cual caballos y auriga a un mundo pasado. Se despliega un camino de tierra, hace calor, las flores pintan las laderas de los límites del camino y oigo las voces de los alumnos de primero del instituto de Vélez-Málaga. ¿Qué fue de aquello?¿Quién me lo quitó? ¿En qué momento ha pasado el tiempo?¿Un año se escurre con tanta velocidad?¿Tan feroz puede ser su apisonadora? Carmen se repite en la voz de Lana de la radio del coche de hace un año o en tus labios y el humo del cigarrillo sale de tu boca, mientras llueve fuera. ¿Dónde está ese tiempo feliz de la docencia?¿Por qué desaparecieron los alumnos y dejé de ser maestro

Inspiración

Cuánto espero que la inspiración me llegue en el momento en que yo decido ponerme a escribir y nunca aparece. Ella siempre me susurra palabras y transpira perlas de ideas cuando no puedo prestarle atención. Si supierais la rabia que me produce... Así que ahora estoy aquí con ganas de escribir y sin saber muy bien sobre qué hacerlo. Y me siento entonces como el hambriento que va a la despensa y descubre que allí hay más aire que alimento y que por tanto no le queda otra opción que seguir notando el vacío que se genera en su estómago, el rugir de los jugos gástricos y la explosión de un nuevo bing-bang.  Escribo tonterías, dejándome arrastrar por el tintineo de las teclas, por la pesadez del pensamiento que no fluye y por esa sensación de creer que no volverán las nieves a estas altas montañas por mucho que el invierno ha de regresar, así como la canícula ha de diezmar los campos hasta el fin de los tiempos. No sé qué escribir, a pesar de haberme recordado mil veces cada día que la

Lavado de cara del blog.

Después de unos meses con el anterior aspecto del blog en modo dinámico he podido comprobar que la página daba muchos problemas a la hora de cargar, así que he decidido regresar a un modo más tradicional. Me parece que este nuevo aspecto permanecerá más tiempo, porque espero que no produzca tantos errores como el anterior. ¿Os gusta la nueva cara?   

Parmentier, la patata y yo.

¿Qué habría sido de la humanidad sin la introducción de la patata en la alimentación? Este alimento que está tan presente en la gastronomía no siempre tuvo tanta importancia. Es más, hasta el siglo XVIII se le consideraba indigesto y causa de varias enfermedades. Para nuestra fortuna, llegó el agrónomo francés Antoine de Parmentier y cambió toda idea al respecto. Demostró que su fácil cultivo y su gran valor nutritivo podría ser la panacea a las constantes hambrunas que diezmaban la población desde tiempos inmemoriales. A pesar de las múltiples negativas y del sinfín de obstáculos, el curioso nutricionista fue capaz de convencer a las autoridades de la época y, tras ganar un importante premio, le concedieron terrenos donde cultivar el tubérculo y experimentar con él. Lo interesante fue que de todo esto salieron importantes recetas y una fama popular por la patata impensable; desde ese momento pasó a llamarse "Parmentière", en honor a su más relevante defensor.

Taller de escritura de Bernard Werber

No hay escritor que de una forma u otra no tenga su propio método de escritura. Como este tema me interesa mucho, el otro día estuve navegando por la red y descubrí por azar que uno de mis escritores preferidos había impartido un taller de escritura y lo habían subido a Youtube. Así que en este post voy a resumiros su método y adjuntaré el enlace a dicho vídeo por si alguien estuviera interesado en verlo. Está en francés como es evidente. En primer lugar, Bernard nos presenta el plan de escritura: -Ganas de escribir -La historia -La estructura -El suspense - Los personajes -El desenlace -La vida del libro Qué nos hace perder las ganas de escribir  es la primera pregunta que el escritor se plantea. A lo que explica que es el miedo la principal causa. El miedo de ser juzgado por los demás, de hacer un mal libro, de no ser publicado, de no llegar hasta el final.  ¿Cómo superar estos miedos? Con el plan anteriormente expuesto se intenta lograr. Normalm

Amapola

Cada mañana cuando voy al trabajo, cruzo dos pequeños terrenos cubiertos de un espeso manto de amapolas e, inevitablemente, recuerdo el viaje a Nerja que hice con Ingrid y Eva, dos amigas. Me veo entonces dentro del coche blanco de Ingrid, cruzando un viaducto que se encuentra a la altura de Dúrcal (Granada) y aprendiendo que las amapolas en Francia se llaman coquelicot . Junto al arcén acabábamos de ver una de estas flores, que destacaba por su rojo intenso en contraste la aridez marrón de la tierra, casi inerte, yerma. No sé si aquel viaje lo hicimos por estas fechas, porque no soy bueno con las fechas; lo que sí sé es que hacía tanto viento como hace hoy y que ese año fue seco, que durante el viaje solo nos cayeron unas gotas escasas breves minutos y que la carretera estaba vacía, sin coches, como en un desierto o en una carretera de California, donde desaparece la vida humana y restalla el sol perenne contra la calzada abrasada.  De este viaje mental la amapola me lleva