"A veces estoy lejos de mi tierra", canta Claude Nougaro en su célebre "Toulouse", donde recuerda su tierra, la ciudad rosa, la mochila, las iglesias de la ciudad, los lugares más importantes, su aeropuerto...
¿Uno puede estar lejos de su tierra? Me lo pregunto ahora, mientras escucho esta maravillosa canción. Yo que he conocido la distancia de vivir en el extranjero, con esa morriña que no es patrimonio de los gallegos ni de los portugueses. Todos tenemos el mal du pays que dicen los franceses. Todos sufrimos la pena que nos embarga cuando alrededor todo es extraño, distinto, diferente, donde la lengua nunca es la tuya, el aroma de la comida, los paisajes del entorno, la arquitectura, el trato social, la música, las costumbres, los horarios, los valores siempre cambian, nos son ajenos. ¿En esas circunstancias uno puede confirmar que está lejos de su país?
No.
El país propio se desarrolla en nosotros mismos. No es una nación separada por fronteras políticas ni una lengua ni costumbres diferentes. El país nace a cada segundo, en cada parto. Mi país nunca será el tuyo ni viceversa. El país es un espacio íntimo, un tiempo concreto, un acervo individual. Es mi idioma, que es mío, por más que me comunique con los demás que hablan ese mismo idioma. Es mío, como tú tienes el tuyo. Es esa manera única de cada persona de comunicarse, una voz particular, un tono variable, una entonación especial. Mi España particular no es la misma que la de mi hermano, mi vecina, mi madre, mi profe, mi jefe, mis abuelos. No es la misma. Mi país viene conmigo allá donde voy y permite que los demás me reconozcan como extranjero, como forastero, como otra persona. Por eso, uno no está nunca lejos de su país. Si acaso puede notar que su país se metarmofosea y parece lejano por el cambio. Si acaso se mezcla con un país más contrario que el que contagia día a día con su propia pareja, con sus cercanos.
Soy mi tierra. Mis capacidades perceptivas son las raíces que succionan los minerales de los demás países. Creced conscientes de vuestra realidad. Prestad atención a vuestro propio país, procurando al mismo tiempo cuidar el país del otro y de conservar ese terreno intermedio donde se desarrollan los países. Si los vecinos desarrollan buenos países es probable que tu país se enriquezca a su vez. Mira por el otro como miras por ti mismo y algún día tendrás la recompensa.
Nougaro no ha estado lejos de su tierra nunca por más que haya viajado al fin del mundo. En esta canción no hace otra cosa más allá que recuperar su propio país, su infancia.
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