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La luz que se fue renació en otro nuevo día

  En este atardecer de hace un año,  moría el día, como mueren las historias.  En ese día, aquel, dolían los pies,  como debieron doler a aquel  que una vez corrió en Maratón.  Aquel era este, como este era aquel,  como la guerra que aquí se pierde,  como la guerra que allí se inicia  siempre.  Yo he perdido en guerras que otros ganaron, para después ganar las que otros acabaron perdiendo.  Yo, como todos, dejé coraza y casco, Dejé bandera, casa y hasta mi prado, Como el padre que un día dejó su legado. Perdí la luna y la noche se hizo oscura. Moría el sol y con él la luz.  Pero bien sabemos que al igual que no hay tormenta que dure eternamente, No hay noche que dure para siempre.  Hoy hace cuatro meses que nacía el sol de nuevo,  Cuatro meses,  con sus semanas,  días,    horas,  minutos    y segundos. Hoy no es como el hoy de hace un año. Hoy es un hoy diferente, mucho más iluminado, mucho más claro,  con más soles de amaneceres Que refugios de atardeceres. Hoy eres tú, Hoy soy yo.
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2022

Termina el 2022 y toca hacer balance. Sin duda no ha sido el mejor año de mi vida. Ha sido mal año en amor, en salud, en lo profesional y hasta en lo económico, pero no voy a dedicarle más que esa línea a nombrar lo malo.  2022 me ha traído grandes aprendizajes y enseñanzas. Salgo de este año sabiendo , en primer lugar, que tengo una madre y un hermano que son oro puro; son como ya sabía los mayores pilares de mi vida, con su apoyo ilimitado, con un amor puro y una relación limpia y única. Soy un afortunado. En segundo lugar el año me ha demostrado que tengo unos grandes amigos y amigas que siempre me han acompañado y me han dado un amor infinito. A los amigos que ya tenía se han ido uniendo otros que me acompañan siempre. En tercer lugar están mis compañeros de trabajo que en momentos duros tiraron de mí y me dieron también mucho amor; y finalmente no puedo olvidar a mis alumnos/as que aportan la alegría y la vitalidad que cualquiera necesita.  Debo agradecer a la vida porque me hace

En caída

 Y como cualquier edificio que se construye en algún momento se derriba a propósito o el tiempo lo desmembrena poco a poco con ayuda del agua, del viento, del fuego a veces... Así caen todos los edificios de mi vida, los que construyo, los que heredo, los que me prestan, aquellos hechos de paja, de madera, de ladrillo, de hormigón o de metal. Poco importa el material. Todos acaban cayendo. Y si se mantienen en pie, pronto llegará el lobo, vestido de cordero o de feroz lobo, y lo rematará. Y con ellos yo caeré una y otra vez desplomado contra el suelo, desde cualquier altura y moriré en cada caída a diario. ¡Qué importa! De tantas vidas tantas muertes y así hasta que llegue la verdadera muerte.

El placer de la playa

El día tiene una duración flexible aunque parezca rígido por sus siempre 24 horas, pero la memoria o no sé qué hace que la duración del mismo pueda parecernos más extensa o menos. Digo esto porque hay siempre, en esa duración, momentos para encontrar la paz interior, la felicidad del instante, la diversión infantil... Para mí, estar en la playa leyendo un buen libro, mirando el móvil de vez en cuando, darme un chapuzón refrescante y volver a casa para comer es un cúmulo de buenas sensaciones para ya haber tenido un fabuloso día, a pesar de cualquier cosa que pueda acontecer. Viva el disfrute de las pequeñas cosas y la fluctuación de un tiempo que puede alargar también los buenos instantes.

Cita para reflexionar

 "Nuestro fracaso escolar es, básicamente, un fracaso lingüístico. Y lo es incluso en matemáticas." Gregorio Luri Creo completamente lo mismo que el filósofo Gregorio Luri. Me llama especialmente la atención descubrir cada día en las aulas cómo nuestros jóvenes estudiantes saben leer pero no entienden lo que leen ni lo que, por consiguiente, estudian. Lo veo al mostrarles la existencia de palabras que son prácticamente iguales en francés y en español o al preguntarles sobre asuntos variados.  Siempre les cuento la anécdota de mi propia vida estudiantil o cómo un libro marcó el inicio de mi mejora académica; no por el libro en sí mismo, sino porque fue la semilla que luego fue árbol y posteriormente bosque literario, selva reflexiva de comprensión y desarrollo. Aquel día que me vi envuelto en las aventuras de  Huckleberry Finn. Después de eso vendrían otros libros clásicos y actuales, vidas ajenas vividas a través de los libros, de las lecturas breves o infinitas por las tarde

Un poco de aire

 Como quien no quiere la cosa, siempre uno encuentra un momento en el día de reposo, de calma, de desconexión de coronavirus dichosos, y aún con una mascarilla asfixiante puede respirar.  El coche rodaba esta mañana por aquella carretera, transitada por camaleones y granos de arena transportados por el viento, siempre recto, directo a un destino, donde maderas de muelles antiguos todavía se mantienen, a pesar de los vendavales, soportando las metrallas de salitre que el mar escupe en esta parte de Almería, y, tras las montañas de blanca sal recién recolectada, pastan los flamencos rosas como en el norte pastan las vacas. Así, hoy he podido fundirme con la naturaleza y volver a recuperar una bocanada de aire fresco, de esos que limpian y purifican todo, y por unas horas la calma ha sido la tónica y no los problemas cotidianos que nos asfixian a diario.  ¡Por muchos días así!