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Mostrando entradas de noviembre, 2010

Vacío

Un libro, una mesa, una pantalla, microchips, cedés, casas, árboles, ríos, océanos, penínsulas, continentes, planetas, son muchos los objetos que pueblan el vacío, pero acaso no se trate de miniaturas que flotan sobre una liviana laguna de vacuidad. Abro los ojos y sé que me engañan. Respiro e intuyo que ese placer sea pura mentira, un veneno que acabará dándome muerte. Toco y presiento una falacia tras otra, unas descargas producidas por mi propio organismo, un deseo seguro de acercarme al engaño, de intentarme ocultar lo que de verdad existe. Paralizo los sentidos, excepto el sentido de sentir, sí, siento con los oídos los sonidos que mi cerebro selecciona para mí, diluyendo el vacío que con probabilidad lo puebla todo. En el fondo, descubro que tal vez, muy remotamente, nuestro cuerpo ha sido diseñado por el azar para pescar la información que se dispersa por el gran vacío, señor real de todas las cosas. Me percato de que ahí se encuentra la realidad de la existencia, por ello me s

El doble nominal

La vida está repleta de casualidades; esto no es ninguna novedad. Caminas solitario por la calle y te encuentras con un conocido que no veías desde hacía mucho tiempo, un día descubres que alguien comparte tus aficiones, sales de fiesta con unos amigos y acabas por sorpresa coincidiendo en una casa con tu compañero de piso, viajas a París y te topas conque al otro lado de la calle está fotografiando una escultura tu mejor amigo, un buen día te das cuenta de que muchos soñaron lo mismo que tú. Miles de otros descubrimientos casuales que estremecen el viento del otoño. En fin, la vida es un retal de pequeñas coincidencias. Hace apenas unos minutos busco en internet mi nombre completo entrecomillado como quien camina sin mirar al frente y se golpea repentinamente con una farola que creía en otro lugar. Busco y, sin quererlo ni imaginarlo, descubro que tengo un doble nominal (término que como viene siendo costumbre mía invento). ¿Qué entiendo por doble nominal ? Muy sencillo, una persona

Tiembla Roquetas de Mar

Ayer sonó el despertador más molesto que pueda existir. Eran las 6:00 de la mañana cuando un crujido de madera precedió una tremenda sacudida, que para nuestra fortuna poco tiempo duró. Se quejaron los techos, la piedra, el metal, los hojas de papel esparcidas sobre la enorme mesa maciza, la pantalla del ordenador, que permaneció zarandeada varios segundos después todavía. "¡Coño!", fue mi propia queja, la de alguien que está concentrado a esas horas de la mañana y que piensa solo en las dos escasas horas que le quedan para que se acabe su turno y pueda ir a dormir. Fue mi propia queja.  Un terremoto para alguien que está acostumbrado sigue provocando las mismas sensaciones que pueda sentir alguien que jamás sufrió angustioso movimiento: el temblor se queda guardado en el centro del pecho y recorre durante minutos y horas el resto del organismo, sin que nada pueda sacarlo de ahí; se estremecen los músculos de las piernas, se activa el nivel de alerta, que te mantiene a la esp

Noches de luna para los muertos que caminan

Noches de luna para los muertos que caminan ¿Te da miedo, Catalina? Fiesta de todos los santos, noche de muertos y espantos, velas encendidas en laberintos de nichos y cipreses; noche poco a poco americanizada con calabazas de tenebrosas caras, esqueletos andantes, trucos o tratos, huevos podridos, travesuras, disfraces aterradores. La fiesta de todos los santos y de halloween ha llegado. Halloween fue anoche y todos los santos es hoy. Por ello voy a contar una historia que mi abuela me ha contado desde que era bien pequeño, cuando las noches de cortijo veraniego nos llevaban a dormir hasta tarde bajo la luz de la luna. Esta historia sea probablemente puro romancero, no lo sé, pero lo imagino: los abuelos saben muchas historias de este tono. Me gustaría poder contarla como es en realidad pero, desgraciadamente, no la recuerdo bien, a pesar de haberla escuchado tantas veces. Por esa razón voy a inventar y modificar la parte de la historia que no recuerdo. - Catalina, esta noche hay l