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Mostrando entradas de 2017

Calma, recuerdos y música

Viendo Got Talent ha empezado a sonar una canción a piano de Yiruma y por esa magia que ocurre con la música me ha invadido un alud de sensaciones e imágenes, entre muchas de ellas estoy yo escuchando ese tipo de canciones, solo en mi habitación, tecleando palabras guiadas por las notas y la abstracción que tantas veces me ha alejado del mundo. Digamos, pues, que me he trasladado a un mundo pasado que ya no existe, un lugar ya inexistente, un sitio temporal donde yo pensaba que algún día tendría mis libros escritos y publicados, mis sueños realizados... ¡Qué ilusos podemos llegar a ser cuando somos jóvenes! Ahora años después, siendo joven todavía pero no tanto me doy cuenta y soy plenamente consciente de que todo aquello era simple humo creado por mi capacidad de volar.  Os dejo enlace a la canción para que podáis disfrutarla en calma, sintiendo las notas del piano como gotas suaves que caen sobre vuestros tímpanos y se expanden como al tocar la superficie de un lago en quietud.

Prisiones naturales

Ahora no es el tiempo el que me impide escribir. Ahora es la necesidad de permanecer ausente, distraído, entretenido en todo aquello que no tenga que ver con la mente, con esa voz que nos susurra cuando todo es silencio, cuando nos comunicamos con nosotros mismos en ese apartado particular de nuestra cabeza, zona de descanso, con decoración adecuada a nuestro estado de ánimo. Ahora, precisamente ahora, cuando el silencio de otra nevada paraliza la actividad externa y, por tanto, las vías de escape, no puedo resistir la tentación de conversar conmigo mismo, con mi vocecita interna, con las palabras y el teclado de mi ordenador. Regresar aquí, al papiro de mi vida. Y no es que no quiera venir aquí. Pues volver siempre vuelvo, aunque no siempre escriba.  Hace un par de días, vine de nuevo a este pueblo, tras un largo puente de Andalucía que me ha sabido a mucho, si hablamos de buenos momentos, y a poco, si nos referimos a lo breve que me ha parecido. Santiago puede ser un a

El silencio de la nieve y la soledad en este reducto

Qué silenciosa es la nieve: cae abundante pero sin ruido. En cambio la lluvia es un zapateo flamenco, un fandango sobre el tejado y un quejío vital.  Vivir en Santiago de la Espada está siendo un r á faga de aire que me sacude día a día. Este sitio solo me hace recordar todo lo que añoro, lo que me resulta casi inaccesible, primero por la nieve, segundo por las carreteras de montañas estrechas y serpenteantes, inseguras, salvajes... luego por los valores que aquí distan tanto de los que imperan en mi pueblo.  La nieve, las montañas, la frondosidad de los pinares, los barrancos, el frío intenso, las humedades, la calefacción necesaria, la rudeza, la opresión del entorno, incluso los buitres danzando sobre mi cabeza, entre tantas y tantas otras cosas, forman parte de este experiencia de este curso escolar.  Al principio me sorprendió el silencio, interrumpido regularmente por el tañ e r de la campana de la iglesía. Me fascinó el sabor de la carne y el fulgor con que brillan la