Sube la prima de riesgo en mi cerebro, cantan los pájaros o eso quiero. Cae la bolsa con precipitación, no es lluvia refrescante, sino dolor. Recortan de la tela pública, la de todos, no para elaborar ilustres vestidos, sino lágrimas. Así lloran los corazones, se ahogan los pulmones, ¿Es un charco o un océano? ¿Es el fin de lo que era un buen momento? ¿Naufraga el trasatlántico de la tranquilidad? Tiembla la tierra en Italia, como ya tembló una vez, se abre el agujero por donde se derrama la osadía, que ya de nada sirve, solo hay desconsuelo. ¿Hay esperanza? Los gobernantes la mataron. Salió de la urna, recorrió los bosques, la gente era feliz, dieron la voz de alarma y una horda de cazadores con supuesto poder tensaron cuerdas de un arco de oro, extrajeron las flechas del carcaj y con puntería asesina hundieron la saeta, fue entonces un demacrado mal muerto. ¡Por una vez que hubo abandonado la vasija de P