Parece que estando Ernesto Sabato en París con su amigo Óscar Domínguez, este le habló del suicidio, como una vía de escape, a lo que Ernesto le respondió que él tenía otros proyectos. Fueron esos proyectos los que lo llevaron a vivir hasta casi los 100 años; esos cien años de soledad... Su amigo acabó suicidándose. Esto lo he sabido por el artículo publicado hoy en El País:
http://www.elpais.com/articulo/portada/camino/soledad/elpepuculbab/20110625elpbabpor_1/Tes).
http://www.elpais.com/articulo/portada/camino/soledad/elpepuculbab/20110625elpbabpor_1/Tes).
Ernesto Sabato, a pesar de su soledad y de ser un hombre apesadumbrado, decidió llevar a cabo los proyectos de su vida. ¿Que ello conllevaba seguir viviendo? Poco le importaba. Lo que para su amigo habría sido el camino más difícil, para él era el más fácil, el único posible: vivir de sus proyectos.
Ahora bien, sabemos lo que ocurrió con ellos dos, pero qué sucederá conmigo. Busco los proyectos que me hagan responder a la voz de mi conciencia, que habla con la misma seguridad que debió hacerlo Óscar domínguez delante de su amigo Sabato. No encuentro esos planes de futuro y, en el fondo, me produce terror no localizar ese archivo titulado "Proyectos". ¿Dónde lo habré metido? ¿Lo habré quemado en alguna hoguera de San Juan o hace ya años que el archivo se perdió entre nubes de polvo? La carpeta ha desaparecido. Por ello, empiezo una nota mental nueva y escribo esa palabra que tantas veces se ha diluido en los fracasos: "proyectos nuevos". Primero y único proyecto: ser profesor.
Ese es por ahora mi exclusivo proyecto; al menos el que quiero que sea el único, aunque bien es cierto que el suicidio aparece automáticamente.
No tengo otros proyectos. Espero que él solo sea capaz de mantenerme al frente de este camino que, aunque fácil, hacemos difícil.
Comentarios
Publicar un comentario