Más allá de las cabezas
de una recepción desconocida
nace un mar, tras los cristales,
de acantilados descubiertos,
donde un edificio
se cuelga
por no caer desesperado
sobre la gente.
Las primeras palabras se plasmaron sobre piedra, quizás, estas de ahora las plasmo sobre las pantallas líquidas de vuestros ordenadores y teléfonos. Bienvenidos/as al espacio donde mis palabras tienen lugar.
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