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Secretos

Dicen en un artículo dedicado a la escritora Care Santos en relación a su nueva novela, Las habitaciones cerradas, que "todo el mundo tiene un secreto oculto". 

Todos guardamos secretos en un pequeño baúl llamado memoria. Los encerramos en pequeñas vasijas, que a veces se pierden en las profundidades del mar y a veces procuramos no recordar por miedo, por pereza, por promesas, por necesidad, por despiste.

Supongo que en el ámbito de los secretos debe pasar como en todo; ha de haber una especie de categorización o jerarquía en la que unos secretos son más importantes que otros; donde unos son silenciosos y otros tan ruidosos, que pareciera que gritan a plena voz por todas las esquinas. 


Intento reflexionar con tranquilidad y reconozco que no puedo recordar muchos secretos, aunque hay uno que aparece enseguida; miro en mi interior y veo su brillante vasija de plata y un llamativo cartel que dice: Secreto número 1. Solo lo observo unos segundos, porque no quiero prestarle demasiada atención. Odio las primeras posiciones. Por ello, paso esa mirada interna por él y sigo inspeccionando esa alacena de secretos. No hay muchos; quizás porque hablo demasiado, porque no puedo callar, porque los secretos prenden y abrasan todo cuanto en mí pueda haber, si no los envío lejos: a la superficie acuosa de la realidad, del mundo.

Aún así tengo secretos. Ajenos y propios.

Ajenos y transmitidos por personas que me designaron como guardián depositario. 

Propios y originados por mi propia realidad, por ese ser que llamamos "yo" y que bien debería llamarse "yo, tú, él, ella", por ese trío que nos habita dentro de la dualidad.

Termino la visita turística y la catalogación de secretos, donde he localizado unos pocos, y veo, de nuevo, esa vasija plateada con su espantoso letrero Número 1. Quiero acercarme y soltar su contenido.

No.

No lo haré. 

Un secreto es un secreto. ¿No? Aunque no puedo prever o garantizar que quede sellado para siempre. ¿Quién me asegura que algún día Pandora no se interne en esta caótica memoria que contiene mi cabeza y abra la tapa que lo retiene? 

¿Si eso ocurriera, perdería su condición de secreto o, simplemente, pasaría a ser un secreto menos oculto? 

Todo dependerá del tiempo que permanezca liberado.

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