Ayer acabé con mucha pena "La Tregua" de Benedetti. La novela es corta y hermosísima. Porque me llegaba profundamente, he intentado postergar el final todo lo que mi voluntad me ha permitido.
Ayer la terminé.
Serían las 12 de la noche, cuando estando yo recostado sobre la cama leí ese punto final y me quedé tan absorto, que lo único que pude hacer fue tratar de dormir; en ese estado de "iluminación" que ciertas novelas provoca. No sabía si estaba aquí o en Montevideo, ni si era de noche o de día. Una bonita sensación.
Después de pensarlo mucho, creo que Benedetti me conoció alguna vez, porque me describía a mí mismo, me hablaba de mí; era yo quien se desplazaba por los pensamientos y las actitudes de sus personajes.
No me conoció ni pensaba en alguien como yo. Era un clásico que como tal llega a los corazones de la gente y hace que estos se identifiquen con determinados párrafos o sentencias. Posee la magia que ilumina las zonas comunes al lector, como la linterna desgarra jirones de la realidad nocturna.
Un maestro.
" Tal vez el secreto resida en que mi cerebro tiene algunas necesidades propias del corazón, y mi corazón tenga algunas exquisiteces propias del cerebro."
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