Me pregunto por qué no soy una persona arriesgada, que busca el riesgo, que se atreve a afrontarlo.
La palabra "riesgo", según he leído en otro blog, está emparentada con la palabra "arrecife". (Estas palabras cada día me sorprenden más). Y es que claro, un barco cargado de ricas mercancías navega siempre con el temor de encallar o chocar con algún risco o peñasco que lo lleve a hundirse y, con ello, perder todo lo que en él pudiera contener. Un arrecife no localizado equivaldría a un peligro inminente para la barcaza; de ahí la relación entre riesgo y arrecife.
Mi falta de riesgo provenga quizás de que por mis venas no discurre sangre de marineros o tal vez solo sea una mera consecuencia de mi educación.
¡Surcar los mares y océanos conlleva todo un cómputo de riesgos!
Barcos, veleros,
alzaros al mar,
evitad muchos riscos
con los que chocar;
si el equipaje peligra
sin llegar a caer,
la barcaza, en buen puerto,
arribará siendo otro ser.
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