Hay algo que me obsesiona desde hace un tiempo, casi un año: la voz.
Me obsesiona la rapidez con que se borran los matices de una voz que llevamos tiempo sin oír, cuando alguien ha muerto o cuando no vemos a una persona que queremos. ¿Cómo recordar la voz de un muerto, si hasta la propia cara del mismo se hace invisible?
Ahora me obsesiona, además, la voz de gente que voy conociendo por internet, con la que conecto bien, pero con la que no he compartido una sola conversación telefónica. Sus voces son solo resquicios de sonidos que mi cerebro crea para darles algo de volumen a la palabra líquida que leo. Intento saber si la voz es grave o aguda, si suena rasgada o es limpia, si es melódica, si las palabras se atropellan en su boca o incluso si el volumen es bajo o alto. Miro las fotos y la construcción vocal comienza su proceso.
En cualquier caso, la voz es algo muy personal, una activador de sensaciones. Por suerte hay voces que conoceré. Por desgracia, hay voces olvidadas que nunca regresarán. ¡Qué disfrutéis de las voces de los que os rodean! ¡Son un regalo!
Decía Pedro Salinas en La voz a tí debida:
ResponderEliminarY aún espero tu voz:
telescopios abajo,
desde la estrella,
por espejos, por túneles,
por los años bisiestos
puede venir. No sé por dónde.
Desde el prodigio, siempre.
Porque si tú me llamas...
Tú lo has dicho muy bien, la voz es un activador de sensaciones y (añado yo) sentimientos.
Yo hace un año que no escucho las voces de los que han muerto para mí. Mi corazón se niega a vivir un sufrimiento eterno. Las voces que me rodean han nuerto para mí.
Gracias por el poema, siempre me enseñas cosas. Siento mucho que tú tampoco puedes escuchar esas voces que ya están muertas... Yo sigo soñando con que se me presenten en algún sueño y pueda oírlas al menos durante unos segundos. Ojalá que tú también las recuperes aunque solo sea un sonido fugaz.
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