En este atardecer de hace un año, moría el día, como mueren las historias. En ese día, aquel, dolían los pies, como debieron doler a aquel que una vez corrió en Maratón. Aquel era este, como este era aquel, como la guerra que aquí se pierde, como la guerra que allí se inicia siempre. Yo he perdido en guerras que otros ganaron, para después ganar las que otros acabaron perdiendo. Yo, como todos, dejé coraza y casco, Dejé bandera, casa y hasta mi prado, Como el padre que un día dejó su legado. Perdí la luna y la noche se hizo oscura. Moría el sol y con él la luz. Pero bien sabemos que al igual que no hay tormenta que dure eternamente, No hay noche que dure para siempre. Hoy hace cuatro meses que nacía el sol de nuevo, Cuatro meses, con sus semanas, días, horas, minutos y segundos. Hoy no es como el hoy de hace un año. Hoy es un hoy diferente, mucho más iluminado, mucho más claro, con más soles de amaneceres Que refugios de atardeceres. Hoy eres tú, Hoy soy yo.
Las hojas y el fruto del tejo son un gran veneno que ya utilizaron los celtas y griegos en su época.
ResponderEliminarSi del veneno que hablas es metafórico, sólo me queda darte un consejo: envenénate hasta que tu cuerpo no pueda resistir más, y cuando hayas caido muy profundo, es cuando habrá llegado el momento de resurgir. Así lo hacía el Ave Fenix.
Si por mi experiencia en la vida puedo ayudarte en algo, cuenta conmigo.
Entiendo del veneno del que hablas.
Seguiré envenenándome hasta reventar. A ver si me da complejo de Ave Fenix. :)
ResponderEliminar