Esta mañana me he levantado con un temor.
Miedo a que todas las palabras que llevo aquí vertidas pudieran colarse por algún sumidero. Por eso, he abierto a toda prisa el ordenador, lo he encendido y he copiado todas mis entradas. Ahora estoy tranquilo, porque sé que están bien guardadas. Tan solo me queda imprimirlas.
Pensaréis que vaya tontería. ¿Por qué tener miedo a que se pierdan esas entradas que no sirven de nada? Pues por una clara razón. En muchas de ellas he vomitado parte de mi interior, de mi conciencia. Ellas forman parte de mí y perderlas sería fusilar una parte mía.
En total hay 80 páginas, aunque parezca que no. Espero que, aunque ahora me sienta algo vacío e incapaz de escribir sobre nada, pueda continuar llenando este blog con las palabras líquidas que desde octubre se acumulan desde la presa de mis pensa(senti)mientos.
Entretanto, pronunciaré unas palabras efesias:
"Aski kataski aasian endasian"
¿Servirán para devolver las palabras líquidas a mi disecado cerebro? El tiempo hablará alto y claro, como suele acostumbrar.
Siempre es bueno que una vez al mes hagamos este tipo de ejercicios: guardar las palabras líquidas en recipientes y lo más importante congelarlo en el frigorífico de nuestro cerébro como un banco de recuerdos.
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