Ay, el camino que cada día se hace más estrecho. Es más estrecho, aunque parezca que no. Me dicen que no es más estrecho, que es el mismo camino, pero yo no lo veo. Miro con insistencia y tengo la impresión de que, lo que antes había sido no ya un camino sino todo un horizonte abierto a la exploración, se está convirtiendo en una diminuta vereda, que circunda un acantilado con un enorme vacío a su lado. Me dicen que no, que no es otro camino, que no se está estrechando nada, pero se estrecha y el agobio me sobreviene con mayor frecuencia y sé que la llamada se hace más intensa: "Ven, ven, déjate precipitarte. No camines más. ¿Para qué?" La voz es algo tenebrosa y posee la tesitura propia de un susurro fantasmal. Y claro, la piel se me eriza al mismo tiempo que una leve energía me atrae hacia ese precipicio, y no puedo hacer oídos sordos y no prestarle atención, porque, en contraposición a la estrechez del camino, la tonalidad de la misma se amplifica. "Ven, ven. Cae". Y yo no quiero caer, pero sé que voy a caer. Y caeré, porque las piernas también comienzan a flaquear, de tanto camino, de tanta mala racha, de tan poco apoyo real.
En Andalucía, por lo menos en la zona de Granada costa y Almería, todo niño pequeño sabe que puede llegar algún familiar o adulto que al grito de un " El agareo " se te lance y con otros niños, los primos o amigos, te agarren el cuerpo, te bajen el pantalón y, tras muchos forcejeos e intentos de no dejar tus partes pudendas al descubierto, acaba quedando semidesnudo de cadera para abajo y recibir un escupitajo en el susodicho pene. Yo he sufrido muchas veces el agareo por parte de mi tía la más joven, aunque nunca me escupía. A simple vista puede parecer un horror, pero en el fondo todos se ríen muchísimo. Yo con el forcejeo me lo pasaba de escándalo, envuelto en risas. Castillo de Salobreña y cruz cristiana a sus pies. Hace unos años descubrí por casualidad el origen de esta tradición andaluza. Se trata de un juego nacido en tiempos de la conversión de los moriscos. No creo que sea necesario situar los hechos, porque todos sabemos lo que ocurrió tras la c
uuuuuuuuuuu! Una entrada algo negativa. Precipicios hay muchos en la vida, pero están para que aprendamos de ellos, ya sea porque nos caemos ya sea porque los evitamos.
ResponderEliminarUn abrazo verde asturiano (desde donde estoy de vacaciones)
Muchas gracias, Helmanticae Maria. Bonito sitio para veranear. Otro abrazo para ti. :)
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