El ser humano, tan inteligente y superior como se cree, se precipita desde el vacío hacia su perdición y no logra reaccionar a tiempo, a pesar de que vea el peligro de frente.
Pretendía escribir un relato en el que un hombre a punto de decaer se quita la vida. No lo he hecho porque seguramente me haría mucho daño. Resulta que mi estado de ánimo está por los suelos; lo que al recrear e idear un relato parecido, me habría llevado a una situación extrema y ya bastante tengo con soportarme a mí mismo.
Una polilla se parece, por tanto, al ser humano en que ambos nos vemos tentados por una luz, un problema que se sitúa delante de nuestros ojos y, por más que lo intentemos y que sepamos que al llegar a ella nuestras vidas pueden verse truncadas, acabamos lanzándonos directos.
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