El día que no haya agua y las duchas sean vestigios de tiempos mejores recordaremos el inmenso placer producido por el agua caliente que se derrama sobre nuestro cuerpo.
El placer de hoy ha sido esa ducha ardiendo que he tomado esta mañana. Caía el agua, me cubría el cuerpo de una fina capa de calor, un abrazo de la naturaleza y luego el vapor nublaba la realidad, la desvirtuaba, mostrando su cara verdadera, el cosmos vestido de caos. Entretanto la energía me entraba por los poros, me activaba tras horas de sueño, de largas pesadillas e inquietudes.
Una ducha de agua caliente, cuando hace frío, es un placer de dioses. Pena que acabarán siendo un placer de ricos, como ya lo va siendo dependiendo del destino cruel que nos hace nacer en un sitio u otro, marcando nuestra existencia de por vida.
Calor derramado en líquido,
vida que surge del abismo,
ojalá nunca desaparezcas,
porque tu ausencia será terrible.
Calor, calor aguado,
abrázame la piel
y elimina el desagrado.
Placer cotidiano,
varias veces te he añorado.
Los placeres cotidianos son una de las maravillas que los seres humanos vamos perdiendo. Es un placer encontrar gente con la que compartir pensamientos, un abrazo. Ah, gracias por tus comentarios inmerecidos, me halagan.
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