Un coche de alta gama acelera al salir de un tunel. Alcanza los 120 km/h en segundos y adelanta a todos los coches. Corre a esa velocidad hasta que a lo lejos divisa un coche de policía detenido en el arcén de la autovía. Justo cuando está a unos metros de ellos, reduce la velocidad a 110 km/h; no quiere pagar una multa recién nacida del puño del gobierno. El conductor parece algo enfadado y nervioso por no poder usar su audi a la velocidad que lo tiene acostumbrado. Los policías no se percatan de la repentina reducción de velocidad de todos los vehículos, ya que en el fondo ellos tampoco están conformes con este tropel de medidas prohibitorias. Transcurridos unos minutos, el pie del conductor aprieta el acelerador.
¿De qué sirve una medida de ahorro si nadie la cumple?
El señor se desvía de su trayecto y se detiene en la primera venta que se encuentra en su camino. Allí todos conversan sobre las nuevas medidas. Parece que el tema va a causar mucho revuelo. Pide un café con leche y, mirando por la ventana el inmenso cielo azul, piensa "si te hubiésemos prestado atención antes, ahora no tendríamos que hacer esfuerzos inútiles y tu intenso azul lo sería todavía más".
España depende del exterior para abastacerse de energía sucia, cuando ella misma dispone de una energía limpia inigualable: el sol y el viento. El rey del firmamento nos ha abrasado desde siempre y el viento nos ha derrumbado árboles, porque sin voluntad poseen una fuerza brutal, y, a pesar de ello, no les hemos prestado la atención que requerían. El desarrollo nos ha alejado de aquellos tiempos en que los venerábamos.
Sé lo que piensas.
Cuando el dictador caiga, los precios se equilibrarán y la velocidad retomará sus límites anteriores, pero el problema seguirá existiendo, porque seguirá en pie un dictador del que los españoles no hemos conseguido deshacernos: la gasolina y el gas.
El señor del audi continuará saltándose este tipo de medidas inútiles y guardará la fachada como viene siendo tradición española; pero no se molestará en enfrentar un dictador de tan conocido, transparente.
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