Hubo una época en que las historias traspasaron los límites de la oralidad para quedar fijadas sobre una superficie dura. Los cazadores narraban hazañas vividas frente al gran mamuth o aventuras ingeniosas sobre cómo engañaron al astuto león. Historias, como es de esperar de un hombre, que de cierto poco tenían; una sarta de mentiras que pronto acabarían creando mitos. Las mujeres, mucho más dadas a la palabra que los brutos machos, inventaron historias de terror, cuyo principal fin consistía en evitar que los jóvenes salieran del abrigo protector. Ambas forjaron una tradición que llega hasta nuestros días. Primero fue la piedra tallada o pintada por hábiles manos. Más tarde apareció el papiro y, a continuación vino el papel. Así pasamos de la palabra hablada a la palabra escrita.
Ahora bien, ¿Qué sucede en la actualidad?
Las historias se siguen contando con igual pericia, con diferente libertad, con materiales permutados. La imaginación vuela a diversas alturas, porque hoy en día todo parece cambiado, aunque en realidad no lo sea tanto. Tan solo hay un aspecto que comienza a despegar: la palabra líquida. Del libro estamos pasando a la pantalla y con ella perdiendo la textura áspera, el olor a tinta y pegamento, el placer de pasar páginas, la magia de la ilustración. Ya con la imprenta perdimos el arte de la creación de libros exclusivos, decorados y elaborados con cuidadosos detalles y colores vivos; pero ganamos en rapidez y expansión del saber.
¿Qué ganamos entonces con la palabra líquida?
La palabra líquida nos aporta mayor accesibilidad a textos de todos los rincones del planeta. Y sin embargo perdemos esa magia que posee todo libro bien elaborado.
Un homenaje al libro tradicional y a una maquetación repleta de detalles y extraordinarios dibujos es "Leonís", que sale publicado hoy 15 de marzo de la mano de la editorial edebé. Su autor, César Mallorquí, crea una historia de amor, magia, misterio y muerte, como reza el subtítulo de la obra. Y el diseño y dibujos nacen de Miguel de Unamuno, nieto del famoso escritor-pensador.
La historia está ambientado en la imaginaria región norteña de Umbría y "habla sobre la imposibilidad de recuperar el pasado", como explica el autor en su blog.
En breve lo leeré y podré contaros si cumple las altas expectativas que he puesto en este nuevo título. Entre tanto os dejo esta entrada y una reflexión: Por más que el libro electrónico mejore, jamás podrá sustituir la magia que un libro tradicional me aporta. La nueva generación con el tiempo pensará que soy un desfasado y que el libro no es más que un elemento prehistórico. ¡Qué más me da! Cada cual que encuentre su propia hechizo.
Ahora bien, ¿Qué sucede en la actualidad?
Las historias se siguen contando con igual pericia, con diferente libertad, con materiales permutados. La imaginación vuela a diversas alturas, porque hoy en día todo parece cambiado, aunque en realidad no lo sea tanto. Tan solo hay un aspecto que comienza a despegar: la palabra líquida. Del libro estamos pasando a la pantalla y con ella perdiendo la textura áspera, el olor a tinta y pegamento, el placer de pasar páginas, la magia de la ilustración. Ya con la imprenta perdimos el arte de la creación de libros exclusivos, decorados y elaborados con cuidadosos detalles y colores vivos; pero ganamos en rapidez y expansión del saber.
¿Qué ganamos entonces con la palabra líquida?
La palabra líquida nos aporta mayor accesibilidad a textos de todos los rincones del planeta. Y sin embargo perdemos esa magia que posee todo libro bien elaborado.
Un homenaje al libro tradicional y a una maquetación repleta de detalles y extraordinarios dibujos es "Leonís", que sale publicado hoy 15 de marzo de la mano de la editorial edebé. Su autor, César Mallorquí, crea una historia de amor, magia, misterio y muerte, como reza el subtítulo de la obra. Y el diseño y dibujos nacen de Miguel de Unamuno, nieto del famoso escritor-pensador.
La historia está ambientado en la imaginaria región norteña de Umbría y "habla sobre la imposibilidad de recuperar el pasado", como explica el autor en su blog.
En breve lo leeré y podré contaros si cumple las altas expectativas que he puesto en este nuevo título. Entre tanto os dejo esta entrada y una reflexión: Por más que el libro electrónico mejore, jamás podrá sustituir la magia que un libro tradicional me aporta. La nueva generación con el tiempo pensará que soy un desfasado y que el libro no es más que un elemento prehistórico. ¡Qué más me da! Cada cual que encuentre su propia hechizo.
Por cierto, tengo uno y me resulta útil, pero nada más. ¿Que posee muchas cualidades? Sin duda. ¿Que es práctico? Cierto. Supongo que algo así debieron sentir los escribas que se toparon de repente con la imprenta.
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