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Respuestas no respondidas

En la vida se pueden recibir tres tipos de respuestas: afirmativas, negativas o no respuestas.

Las afirmativas y las negativas son claras y directas. Una afirmativa es siempre bien recibida y suele aportarnos felicidad; una negativa nos provoca tristeza pasajera, pero una respuesta directa, que no es poco.

Ahora bien, una no respuesta es lo peor que puede suceder: mandas un presupuesto y no responden; presentas curricula vitae y no responden; mandas un mensaje y siguen sin responder. En la vida hay tantas no respuestas que no hay nadie que las desconozca, puesto que todos las sufrimos. La cabeza comienza a darle vueltas a todo, te ilusionas, creas un futuro demasiado potencial, te llenas de ilusiones y dosis de optimismo, hasta que un buen día te das cuenta de que jamás recibirás una respuesta; y no hay mayor malestar que el provocado por la duda y la indiferencia. Todos preferimos un sí o un no a una no respuesta, porque las energias utilizadas se regeneran y nuevos proyectos pueden desarrollarse; mientras que una no respuesta deja huella y una energia en suspensión que no podrás recuperar.

Como se dice, no hay torta más dolorosa que la que no se da.

Comentarios

  1. ¡Qué casualidad! Yo el otro día estaba pensando más o menos sobre el mismo tema y llegué a la conclusión de que cuando alguien está realmenete interesado en comunicarse con nosotros hará por responder.
    Si alguien no nos contesta quizás es que no esté interesado/a en ello, aunque a veces nos cueste ver la realidad, sea en el ámbito que sea.

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  2. Sí, está claro que no se responde porque no se está interesado. Y todos entendemos que es así, porque todos caemos en el mismo error alguna vez en nuestra vida. El problema está en que al no responder dejamos una energía suspendida en el otro. Eso es lo que a mí me fastidia.

    Sucede como si empezamos a hacer un puzzle y no lo terminamos. Entonces siempre tendremos en la cabeza la imagen del puzzle sin terminar. Sin embargo, si lo terminas el cerebro lo da como algo ya dado, por lo que no necesita consumir más energías en realizar la tarea.

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  3. A mi me parece también que no contestar o que no te contesten a cualquier tipo de comunicación deja una estela ambigua que consigue desgastarte, una inseguridad lacerante, no sólo si eres el que no recibe respuesta, sino también cuando no la das. Ese tener algo pendiente me va minando...
    Sin embargo, lo hago, y mucho, mea culpa. Siempre me autodisculpo por falta de tiempo, y es que la urgencia de lo cotidiano engulle lo que realmente quisiera hacer y aplazo.

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