Hay un verso de Baudelaire que me llega desde dentro, como si yo mismo lo hubiera podido escribir. El verso se encuentra en el poema titulado "El sabor de la nada" (Le goût du néant).
Le Goût du néant
Morne esprit, autrefois amoureux de la lutte,
L'Espoir, dont l'éperon attisait ton ardeur,
Ne veut plus t'enfourcher! Couche-toi sans pudeur,
Vieux cheval dont le pied à chaque obstacle butte.
L'Espoir, dont l'éperon attisait ton ardeur,
Ne veut plus t'enfourcher! Couche-toi sans pudeur,
Vieux cheval dont le pied à chaque obstacle butte.
Résigne-toi, mon coeur; dors ton sommeil de brute.
Esprit vaincu, fourbu! Pour toi, vieux maraudeur,
L'amour n'a plus de goût, non plus que la dispute;
Adieu donc, chants du cuivre et soupirs de la flûte!
Plaisirs, ne tentez plus un coeur sombre et boudeur!
L'amour n'a plus de goût, non plus que la dispute;
Adieu donc, chants du cuivre et soupirs de la flûte!
Plaisirs, ne tentez plus un coeur sombre et boudeur!
Le Printemps adorable a perdu son odeur!
Et le Temps m'engloutit minute par minute,
Comme la neige immense un corps pris de roideur;
— Je contemple d'en haut le globe en sa rondeur
Et je n'y cherche plus l'abri d'une cahute.
Comme la neige immense un corps pris de roideur;
— Je contemple d'en haut le globe en sa rondeur
Et je n'y cherche plus l'abri d'une cahute.
Avalanche, veux-tu m'emporter dans ta chute?
Lo traduzco para el que no sepa francés.
¡Apenada mente, otrora enamorada de la lucha,
la Esperanza, cuya espuela avivaba tu ardor,
no quiere ya montarte! Échate sin pudor,
viejo caballo, con obstáculos tropiezan tus patas.
Resígnate, corazón mío; duerme tu sueño de bruto.
¡Mente vencida, extenuada! Para ti, vieja merodeadora,
el amor ya no tiene sabor, no más que la discusión;
¡adiós, pues, cantos del cobre y suspiros de la flauta!,
¡Placeres, ya no tentéis a un corazón sombrío y gruñón!
¡La adorable primavera ha perdido su olor!
Y el tiempo me devora minuto a minuto,
como la inmensa nieve a un cuerpo ya rígido;
contemplo desde lo alto el globo de su redondez,
y ya no busco en él el abrigo de una choza.
Alud, ¿Quieres arrastrarme en tu caída?
Es una traducción rápida. Solo para entender el sentido. ¿Sabéis qué verso me define?
"Avalanche, veux-tu m'emporter dans ta chute?"
Se podría decir que es mi estado mental; es mi yo interno, que busca medios destructores que abatan las murallas defensivas que levanto cada día para no caer en las trampas que ese ser interno planta por doquier.
Y ese verso es su mejor baza, la que acelera las ráfagas de viento, altera la firmeza del suelo, reduce el oxígeno, aprieta los músculos y el corazón. Es esa avalancha que al precipitarse pretende llevarme en su camino. Es ese yo fundido con la nieve que en pesado alud arrasa cuanto a su paso se pone y choca con brusquedad contra mi muro defensivo.
Mis dos yos antagonistas: por un lado, mi yo guerrero, que lucha por no caer, aunque la esperanza ya no cabalgue y los placeres de la vida se tornen insípidos, porque la primavera sigue floreciendo sin descanso. Por otro lado, está ese yo miserable que desea que la gravedad me aplaste; ese repugnante ente que me colma de infortunios, tristezas, oquedades; ese asqueroso manipulador que disminuye mi vida a recuerdos del pasado y clepsidras agujereadas.
Alud, llévame contigo o desaparece de mi vista.
Algún día la balanza tirará para un extremo con mayor fuerza y no sabré si será el correcto.
En mí están esos yos, pero muchos otros más. Estos son los más preponderantes; todos tenemos en nosotros tantos yos como colores hay entre el negro y el blanco.
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