Ahora mismo estoy leyendo la entrevista digital a Almudena Grandes que tuvo lugar ayer en El País y no he podido no emocionarme al leer la petición que le hizo una lectora a la escritora:
"No tardes tanto con Las tres bodas de Manolita que quiero vivir para leerla".
Me parece una petición que es más bien el mejor regalo que un escritor podría recibir de sus lectores. ¡Ese "quiero vivir para leerla" es tremendo! Me hace pensar en una persona mayor que vive el día a día consciente de que la guadaña roza su garganta desde hace tiempo y que sabe que la rosa que fue fresca flor antaño no es más que polvo marchito presto a que el viento se lo lleve y lo deshaga. Esta rosa, a pesar de ser polvo, sigue soñando con que vuelva pronto el rayo de sol que le abría los pétalos y que la alimente una vez más antes de que la brisa la disperse.
Este tarde he estado hablando de que sé que muchos de mis sueños nunca se harán realidad, porque no todos son alcanzables ni realistas, pero que lucharé porque lleguen a serlo en la medida de lo posible y si no llega el caso de que aparezcan, por lo menos sabré que la derrota no fue producto de haraganería.
Ojalá yo recibiera algún día la misma petición que la anterior.
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