Y entonces llegaste tú,
y se fue el viento con sus tempestades,
y el mar retiró su violento oleaje,
y las nubes rociaron los campos suaves,
y se incendiaron mis venas con tu lava,
y llegó el suspiro en mi almohada.
Llegó la calma, el fin del naufragio,
y el faro volvió a alumbrar los arrecifes,
y el fantasma recuperó su cuerpo desmadejado,
y la flor, triste y sombría, nacida entre estercoleros
recuperó el brillo y sus duras espinas.
Llegó la mano que te cartografió,
y de aquel poroso relieve nació el sentimiento.
Llegaste tú y todo empezó de nuevo.
y se fue el viento con sus tempestades,
y el mar retiró su violento oleaje,
y las nubes rociaron los campos suaves,
y se incendiaron mis venas con tu lava,
y llegó el suspiro en mi almohada.
Llegó la calma, el fin del naufragio,
y el faro volvió a alumbrar los arrecifes,
y el fantasma recuperó su cuerpo desmadejado,
y la flor, triste y sombría, nacida entre estercoleros
recuperó el brillo y sus duras espinas.
Llegó la mano que te cartografió,
y de aquel poroso relieve nació el sentimiento.
Llegaste tú y todo empezó de nuevo.
Maravillosa descripción del fin de la zozobra, del roce de la piel contra la piel, de la pasión y la ternura. Enhorabuena, jose.
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