Entro en facebook y veo tus fotos, estás exultante, repleta de energía, vida y brillo. Recuerdo cuando compartíamos piso en aquella ya lejana calle Azorín de ¿2008? No recuerdo exactamente el año y ahora mismo no me apetece contar ni mentalmente ni con los dedos, estoy algo cansado. Pasa el tiempo, crecemos y en nuestra mente parece que el pensamiento queda congelado en una edad concreta; el mío se detuvo en los 23 años, una cifra curiosa si la veo como una progresión que parte desde mi yo, que es uno, que avanza hacia el dos y termina en el tres, ese trío perfecto del yo verdadero, del yo que cero proyectar y del yo que los demás perciben que proyecto.
Estás embarazada, encinta para los que aman palabras que empiezan a caer en el desuso y he de decirte que el embarazo te sienta de maravilla. Conociste el amor en tierras galas, tuviste que pasar un tiempo lejos de tu amado para por fin, al acabar tus estudias, dejarte llevar por el elástico del amor hacia el otro lado de este océano que a veces llamamos charco, un inmenso charco repleto de corrientes y secretos inexpugnables. Llegaste a Guadalajara con ilusión, trabajaste por alcanzar un puesto adaptado a tus expectativas. Y poco a poco vas construyendo un nido de felicidad.
Si me sigues leyendo pensarás que por qué te dedico esta entrada. La respuesta es simple y clara: porque eres mi amiga y me alegra saber que estás radiante y que exultas una luz increíble. Vas a tener un niño guapo e inteligente, que seguramente conocerá el amor, el desamor, la felicidad, la gloria, el esfuerzo con su consiguiente recompensa o trabajo, entre otras muchas cosas y que algún día verá en tu historia una novela que narrar. ¡Te deseo todo lo mejor, María!
Pasa el tiempo, todo cambia,
pero hay cosas que no pasan,
hay amistades que el tiempo no arrastra.
Comentarios
Publicar un comentario