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Entre Amélie Nothomb y un tema de oposiciones

Poner dos fuentes semejantes en una misma línea interrumpe todo funcionamiento. correcto del cerebro. 

Mientras leía y subrayaba un tema en francés sobre la comunicación, se me ha ocurrido la fabulosa idea de conectarme a la radio france y escuchar una entrevista que le hicieron hace unos días a Amélie Nothomb (he aprendido que la "b" final en este caso si se pronuncia). Ambas fuentes, escrita y auditiva, en francés me han bloqueado por completo y han  mandado mi concentración a la repisa del descanso. Así que no he visto mejor solución que priorizar mis intereses y aparcar el tema escrito para escuchar con atención las palabras de esta escritora excepcional.

Amélie Nothomb cuenta que sigue una rutina de trabajo muy estricta. Se levanta muy temprano y se expone a la escritura durante cuatro horas diarias. Tras lo cual se ducha; dice que en su proceso de escritura hay más trabajo físico que intelectual. Escribe casi de un tirón, así que en cuestión de semanas ya ha dado a luz a un bebé más (así habla ella de sus libros) y, por consiguiente, al año pare un total de 4 o 5 bebés, de entre los cuales expondrá tan solo uno al público; el resto quedarán relegados al olvido en una caja de zapatos. Ya nos gustaría a más de uno ser capaces de escribir un libro en cuestión de semanas. Esta mujer es una máquina.


Cuando el periodista le pregunta sobre su evolución como escritora, esta responde que no se plantea ese tipo de preguntas, pero que sí se ha percatado de que su obra tiende cada vez más hacia lo simple, lo tajante, dejando de lado el lirismo que podía aparecer en sus primeras obras. Así, compara su primer trabajo "Higiene del asesino" con el útimo, "Tuer le père" (Matar al padre), donde dice se ven dos novelas parecidas escritas de diferente forma: su evolución como autora.

En la entrevista ha hablado de muchos otros asuntos, pero sin duda estos son los que más me han llamado la atención.

También me sorprende, como siempre que la escucho, su voz, la aspereza de las eses o la rapidez de su discurso, donde las palabras pasan de atropellarse a inflarse de silencios; lo que me recuerda al ruido que producían los taquígrafos, tic-tic-tic-tic ... tic-tic-tic-tic ... tic-tic-tic-tic... 

Mientras Amélie hablaba, el tiempo ha seguido su imparable compás, la lluvía se ha tornado más ruidosa y la luz del día ha mermado a simple oscuridad y yo he visto la hora de ir a comer; tras lo cual, he decidido retomar la fuente escrita que había tenido que cortar anteriormente.

Si es que en la vida todo es agua, "los ríos que van a dar a la mar", y si no aprendemos a surtirnos del agua adecuada en cada momento nuestro propio río puede verse enturbiado.



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