Esta tarde he puesto fin a un ritual que llevaba tiempo asentado en mi vida: ir al cine con mi prima para ver las sucesivas películas de Harry Potter. Debo reconocer que la última película me ha fascinado y a mi primita también.
De Harry Potter lo que más me gusta es el personaje de Hermione, esa chica inteligente, astuta, guapa, atlética, encantadora, trabajadora; una chica repleta de buenos valores. Sin embargo, lo que menos me gusta es, curiosamente, Harry Potter; de él solo puedo decir que me parece aburrido, vacío y con un sentido de personaje principal desagradable, un protagonista que sale de todas por arte de magia (nunca mejor dicho). Es un personaje del que solo cabe destacarse el amor que prodiga por sus padres y sus mejores amigos.
Así que, finalizada la última entrega, acaba también esta tradición. Me da un poco de pena, como suele ocurrir cuando termina cualquier tradición.
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