Hoy es San Valentín para algunos. Un día lleno de flores, sentimientos escritos y amor a raudales. Es el día que los comercios (todos sabemos cuál) dispusieron como el día de Cupido o Eros, como prefiramos.
Según la mitología romana, Cupido era hijo de la diosa Venus y del dios Marte. Al parecer, el niño se comportaba de un modo demasiado infantil y ni siquiera el paso del tiempo le hacía madurar. Ante tal situación, Venus, tremendamente preocupada, consultó el oráculo de Temis, cuya respuesta fue concisa y en absoluto clara: "El amor no puede crecer sin pasión". La madre poco entendió, como suele sucecer con este tipo sentencias. Tan solo, una vez hubo nacido su segundo hijo, Anteros o el amor correspondido, ella entendió lo que el Oráculo quiso decir. Su segundo hijo, cuando se unía al primero hacía refulgir los corazones; pero no siempre van de la mano.
Cupido, que como todo dios romano que se precie, acabó enamorándose ni más ni menos que de Psique, a quien quiso enamorar con sus flechas del ser más feo que existiera. Sin embargo, dirigió las flechas en direcciones equivocadas; vamos que le salió el tiro por la culata y acabó enamorándose él de la hermosa Psique. Esta que no quería amar a un dios, como el Oráculo de Delfos le había anunciado, se vio engañada a acostarse con Cupido en las profundidades de una cueva, donde el joven dios la incitaba a no encender ninguna vela, para que no lo reconociera por sus alas. Pero, como sabemos que los celos y las envidias corrompen los corazones, las hermanas de Psique le metieron en la cabeza dudas sobre el jovencito con quien se divertía las noches en aquella gruta de las maravillas ocultas y después en un palacio repleto de riquezas; de modo que la chica se atrevió a encender una vela cuando el chico dormía y lo descubrió. Según cuentan, Cupido la dejó allí y se marchó diciéndole que no puede haber amor sin confianza.
Sin embargo, después de pasar grandes dificultades y superar complicadas pruebas, la chica, justo en el momento que parecía morir, fue salvada por Cupido y encerrada en una caja, que sería luego entregada a las deidades de la tristeza y la soledad. Finalmente, la joven demostró el amor que sentía por Cupido y fue convertida en su esposa, como inmortal.
Dicen que cupido vuela por el mundo lanzando flechas con los ojos vendados, porque el amor siempre es ciego y no entiende de lo que es conveniente o no para los amantes.
La historia es bonita, sin duda; pero llevo toda la vida pensando que debe haber un dios que se encargue de hacer todo lo contrario. ¿No creéis? Un ser alado, que se pasea por el mundo lanzando flechas envenenadas de soledad y que, como también es ciego, van a parar en los corazones equivocados o endurecidos por el desamor. Si no existe tal dios, hay un fallo en toda la trama. Un dios que reparte amor debe tener un contrincante que se ocupe de llevarle la contraria. Eso explicaría que haya seres en el mundo que no llegan a conocer el amor o que tal vez no lo conocen con la intensidad que siente el que alguna vez fue tocado por una de esas flechas de Cupido.
En cualquier caso, a mí todavía no me ha tocado ninguna flecha; pero sé que si Cupido se olvida de mí, mi corazón se hará tan duro que sus flechas no podrán atravesarlo y que, entonces, me haré más adecuado para recibir las flechas de Soledad, su contricante, que con sus duras flechas atraviesa hasta el diamante.
Así que, ¡Feliz día de San Valentín, de Cupido! Para los que hayáis tenido el honor de recibir tan tierna flecha. Y un inmenso pésame para los que como yo, hoy celebran el día de Santa Soledad de todos los 14 de febrero.
Desgraciadamente creo que el amor no es ciego, sino que el ser humano es el que se ha vuelto ciego e insensible. Con el tiempo nos hemos convertidos en seres incapaces de ver lo bueno y lo bello de lo que hay a nuestro alrededor. Perdemos poco a poco nuestra humanidad, ¡INCLUSO NOS AVERGONZAMOS A VECES DE NUESTROS SENTIMIENTOS! ¡LOS OCULTAMOS! Con lo especial que es querer a alguien y más hacerle saberse querido. Por eso a veces, por timidez, vergûenza o lo que quiera que sea nos encerramos en nuestro interior y sufrimos la mayor de las enfermedades: la soledad.
ResponderEliminarContrariamente a lo que dices no creo que haya nadie que no se haya enamorado al menos una vez. Es más pienso que el que hasta el criminal más cruel tiene necesidad de sentirse querido e importante para alguien. Creo que debido a nuestra ceguera perdemos la oportunidad de ser felices, o quizás tan solo se trate de un amor no correspondido.
En fin, quizás se trate de hace falta que pongamos un poco más de nuestra parte; por ejemplo quedarse todo el día en casa encerrado como que no ayuda mucho en eso de encontrar el príncipe o la princesa, según sea el caso, de nuestros sueños.
Bueno, dejo de sermonear o lo que quiera que sea esto y termino diciendo:
¡Muerte al día de San Valentín!
(Si realmente queremos a alguien no hacen falta ni un día especial ni regalos para demostrarlo)
Siga usted escribiendo ;-)
MEnsaje captado ;)
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