Febrero de 2011. Días y más días de buen tiempo. Ausencia de viento. Carencia de lluvia.
Según dijo ayer el meteorólogo, en esta época del año es habitual que se instale sobre la península un fuerte anticiclón capaz de repeler todo tipo de lluvia. Si lo dice el entendido en la materia, será cierto, pero ¿qué dice la memoria colectiva? "¡Qué tiempo tan espectacular! ¡Parece primavera!" En cualquier caso me sorprende y, como supongo que ocurre siempre, la sorpresa incita a la reflexión: ¿cambio climático? ¿meteorología normalizada? Yo no lo sé. Mi reflexión empezó por ahí y terminó por los habituales derroteros.
El hombre es un animal de costumbres.
Si hace buen tiempo y además no tengo nada qué hacer ¿por qué demonios no salgo de esta puñetera casa? Cuando puedes no lo haces y cuando no puedes lo quieres hacer. Esa es mi premisa diaria. Ese es el derrotero de la mayoría de mis pensamientos. Querer es poder, pero ¿poder es querer? En mi caso ninguna de estas sentencias es correcta. Por un lado, la realización de los deseos de una persona no depende del esfuerzo que aplique en la realización de dicho deseo. Si fuera así, conseguiríamos todo lo que quisiéramos; cosa que no sucede. Vivimos en una realidad entretejida por un centenar de redes y relaciones sociales y ambientales (con el mundo) que difícilmente podríamos esquivar y remendar hacia nuestra voluntad. Por otro lado, cuando esa compleja estructura real nos permite caminar hacia la dirección que nos interesa, surge la duda o no aparece la voluntad ni las fuerzas necesarias para aprovechar ese sendero abierto casi por casualidad.
Cuando quiero no puedo y cuando puedo no quiero: mi realidad.
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