Torres de libros aguardan
un refugio dentro del refugio,
una prisión que encierra páginas,
paredes de espuma alborotada,
de llamas que hielan
-flamas de rabia.-
Hay prólogos escritos desde hace tiempo,
canciones de palabras
-tristes chispazos melódicos-
que cuentan el tiempo ido,
la tela que quedó deshilachada por Penélope,
única en las artes del engaño.
Versos o prosas salvajes demasiado comedidas,
sonidos pausados, aun azotados por el viento,
pasan como pasa la vida, hoja a hoja,
sueño a desvelo, ¿Soy yo o ya hace frío?
¿Llegó el invierno sin apenas darme cuenta
o acaso es todo un espejismo?
-no creas lo que la conciencia refleja en el espejo-
Lo sé, no sé qué es el tiempo,
desconozco la vida, sus pros y sus lamentos,
porque en esta prisión que vivo,
la luz solo entra con desalientos,
no del mío henchido de entusiasmo,
del dios propio que gobierna cada cuerpo,
más bien la llamarada que entra por los cimientos.
El epílogo...
ese final tan abierto.
-a pesar de todo, sé que estoy ya despierto.-
un refugio dentro del refugio,
una prisión que encierra páginas,
paredes de espuma alborotada,
de llamas que hielan
-flamas de rabia.-
Hay prólogos escritos desde hace tiempo,
canciones de palabras
-tristes chispazos melódicos-
que cuentan el tiempo ido,
la tela que quedó deshilachada por Penélope,
única en las artes del engaño.
Versos o prosas salvajes demasiado comedidas,
sonidos pausados, aun azotados por el viento,
pasan como pasa la vida, hoja a hoja,
sueño a desvelo, ¿Soy yo o ya hace frío?
¿Llegó el invierno sin apenas darme cuenta
o acaso es todo un espejismo?
-no creas lo que la conciencia refleja en el espejo-
Lo sé, no sé qué es el tiempo,
desconozco la vida, sus pros y sus lamentos,
porque en esta prisión que vivo,
la luz solo entra con desalientos,
no del mío henchido de entusiasmo,
del dios propio que gobierna cada cuerpo,
más bien la llamarada que entra por los cimientos.
El epílogo...
ese final tan abierto.
-a pesar de todo, sé que estoy ya despierto.-

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