
No hay dinero,
salvo el óbolo oportuno
que te ponen en la boca,
para callarte,
para pagarte el trayecto.
Mareas de tristeza,
ondas de desazón,
al ver que nada cambia,
salvo para peor.
Hay ofertas en una laguna,
territorio de Carón,
nieblas profundas,
de difícil transición.
La barca es de madera,
de bosques incendiados,
y la tijera de Rajoy
no ha logrado penetrar;
bichejos mitológicos la agitan,
políticos los llaman.
Ofertas de Caronte,
ganan todos,
los que mueren
y los que viven.
Se desborda la laguna
de clientes forzados,
Caronte no sabe qué hacer,
una barca sola no puede
trasladar el pueblo
a su destrucción.
Caronte siempre mudo,
está al borde de la explosión,
si el político no quita las rebajas,
los saldos de la guadaña,
Carón va a revolucionarse
y los muertos fallecidos
del Hades van a volver
con Caronte a la cabeza
para que la democracia,
mucho tiempo enmascarada,
respire.
jejeje, que bueno Jose, esa mezcla entre lo clásico y las más rabiosa actualidad, entre la destrucción y la resurrección. guay
ResponderEliminarMe alegra mucho que te haya gustado. Fue un chispazo de esos que producen ver muchas cosas a la vez: este cuadro, la foto del dueño del bar protegiendo a manifestantes, la bolsa que baja, el valor del dinero, la mayor pobreza, mi enfado debido a la situación... Y mira lo que ha salido. Todo ha empezado con el título.
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