Siendo joven, el enfermizo Flaubert supo que su vocación era la escritura. Se sentía con esa necesidad. Conocer todo su proceso de escritor es tan sencillo como hacerse con su correspondencia y leerla con el placer propio de aquel que se topa repentinamente con un banquete repleto de entremeses, platos y golosinas suculentas. Leer las cartas que Flaubert escribía a sus amigos y a sus amantes, mientras proyectaba sus novelas y las redactaba, es tan sumamente interesante como fructífero. En ellas descubrimos reflexiones excelsas, donde se aclara, por ejemplo, que antes de iniciar la escritura es obligatorio despreocuparse del estilo, porque lo que interesa es preparar los planos sobre los que se plasmarán todos los detalles y la estructura de la novela. Una vez ha sido todo planificado, los diálogos, las descripciones, los personajes, la sucesión de " tableaux " (cuadros, que eran las diferentes escenas, según la terminología Flaubertiana), etc. el artista puede empezar su ob...