Una mano invisible aprieta el centro mismo del cuerpo. Recorre con sus nudillos la parte del estómago, el corazón y estruja los pulmones. La ansiedad es una reacción del cuerpo ante situaciones absurdas, incontrolables; cuando se mira hacia adelante y solo hay fosas y desfiladeros; cuando no se sabe ciertamente qué ocurrirá; sobre todo, cuando nos vemos impotentes y las circunstancias escapan de nuestro entendimiento y de nuestra capacidad para modificarlas en nuestro beneficio, en lo que creemos más justo.
Tengo ansiedad desde hace tiempo. Son brotes que suceden temporalmente, como una estrella fugaz que eclipsa y que podría ser un meteoro que se precipita sobre nuestras cabezas. Ante estos brotes todos tenemos medios paliativos. Estaba sintiendo esa mano invisible, cuando he cambiado de canal y las imágenes de un bosque frondoso y de un río con curso pausado me han sacado de la realidad.
Un bosque de Rusia.
La nieve se había derretido y cascotes de hielo descienden por el río. Un tigre bebe agua junto al hielo y desgarra la carne de una presa que tiene escondida debajo de un tronco. No puede comer demasiado para no trabar su agilidad. Raciona la carne, que gracias al frío permanece fresca y comestible. Una ardilla voladora salta de árbol en árbol. Suena la música, acorde con los paisajes, con los colores cambiantes de la naturaleza y con la metamorfosis de la naturaleza desaparece la presión de la mano invisible. Me siento calmado y soy la calma de ese río. Y ese tigre en peligro de desaparición. Y esa ardilla que salta de árbol en árbol por inercia.
Los documentales son beneficiosos; no solo para el intelecto, también para el cuerpo.
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