"Hay historias que cada generación debe contar." Virginia Woolf
Recuerdo que decía Bernard Werber en Les Thanatonautes que existen dos tipos de personas: por un lado están aquellas que leen libros y luego cuentan historias; por otro lado están aquellas que no leen y escuchan las historias que cuentan los primeros. Yo añadiría que ahora además están aquellas que ni leen ni escuchan esas historias. Simplemente escuchan historias vacías y carentes de profundidad, meras anécdotas planas. Y si estiro un poco más hasta podemos ver otro tipo de personas que ni escuchan esas historias superficiales, sino que más bien permanecen lejos de la realidad, sin pensar, en un universo paralelo detenido, girando en torno a la propia historia personal.
A pesar de lo que acabo de decir, debería puntualizar que incluso la última clase de persona no puede vivir sin historias, aunque estas no sean más que contarse la historia de uno mismo, en ese estado de ombliguismo tan post moderno que nos inunda a todos.
A mí me gusta escuchar buenas historias y malas historias, quizás porque cualquier historia me estimula, me da placer y me hace sentirme vivo y partícipe de la vida de los demás, de aquellos personajes que aparecen en esas narraciones y del locutor que las narra; pero además me apasiona contar historias. Por eso, cuando he leído la cita de Virgina Woolf que da comienzo a este post me han surgido grandes dudas, al menos grandes dudas para mí, tal vez para ti, que me lees, son dudas liliputienses:
¿Qué historia debo contar como miembro de mi generación? ¿Cualquiera puede contar una de esas grandes historias?¿Podría yo contar esa historia? ¿Por qué debemos contar esas historias infinitas que se reavivan con los aires de cada generación?
Las preguntas, puedo decir con certeza, son el motor de la humanidad; sin ellas no habríamos avanzado en la escala evolutiva, en el desarrollo tecnológico y exponencial. Yo siempre me planteo preguntas y, cuando escribo o hablo, trato de dar una respuesta acorde con mi sentido común. Me equivoco, pues no soy una personificación de la omnisciencia, pero creo que las respuestas que doy me ayudan a mí a avanzar en mi devenir personal y, por consiguiente, puedo sentirme hasta orgulloso de ello. En cualquier caso, a esas preguntas que he planteado al final del párrafo anterior solo puedo responder que hay historias que cada generación debe contar, al igual que dijo Virginia Woolf y añadir que de ello se derivará el hecho de que esa generación sea mejor o peor que las anteriores. Saber narrar las grandes historias desde la realidad de cada generación supone e implica ser capaz de moldear el núcleo de lo universalmente humano a un contexto determinado y, por ende, ver la vida que late en el interior de un trozo de mármol y hacerla salir insuflándole el aire fresco de cada tiempo.
Todos damos vida, en el fondo, a las historias que deben ser narradas, a veces en conjunto, a veces de modo individual. O eso quiero creer.
Pues sí, la verdad que una generación termina siendo lo que aporta al infinito fluir de vidas perecederas. Y por eso, aunque cada uno está girando en torono a su propia historia, como bien apuntas, de cuando en cuando surge alguien que licua todas esas pequeñas historias personales en una gran narración que define su generación.
ResponderEliminar