Aquí a estas horas sin haber pegado aún los párpados en ese sueño reparador de cada noche, cansado y con la mente puesta en las sábanas frías de mi cama, me hallo resistiendo la tentación de dormir en este escritorio que ha sido mi compañía nocturna, mientras trabajaba. En la penumbra de cuatro focos de luz encendidos y apesadumbrado por las espadas de las sombras, a veces he sentido en la nocturnidad de ayer, que para mí sigue siendo hoy, el silencio externo así como la voz mía que me ha robado la faringitis y me he perdido en mí mismo, al mismo tiempo que rellenaba informes, cerraba el trabajo diario y preparaba el del día posterior. Ver pasar las horas cuando no pasan es aburrido e incita a filosofar. Filosofar sobre muchas cosas y nada a la vez, porque la mente fluye mucho, pero se desparrama de cansancio y es incapaz de retener todas las buenas ideas que van surgiendo. Solo pienso en realidad en una habitación a la que debía despertar y desperté, sea dicho de paso, a las 5 horas y media. Imprimir portallaves, grabar tarjetas, cuadrar ocupación, escanear bonos, comprobar tipos, cuadrar la rooming, rellenar informes, montar desayunos fríos, apagar luces, encender luces, todo en un ciclo que parece no terminar, que se alarga como las sombras de la noche y que se propaga como el ruido del hotel, el de la máquina de hielo que se activa por sí sola, como el latido de un corazón que nunca se detiene, el crujido inesperado de una pared, el motor de la máquina de agua o las neveras del bar salón, justo enfrente de la recepción. Soñar despierto, porque soñar dormido me ha sido vedado.
Todo por un turno de noche que tampoco es tan malo.
Todo por un turno de noche que despierta los sentidos más inanimados.
Pero ya miro el reloj, la vida renace en el hall del hotel, suenan los cubiertos que brillan los camareros y se alumbran las luces del restaurante. Ya queda poco para mi ansiado sueño.
Primero "vestíbulo" en lugar de "hall", que no somos bárbaros sin romanizar, jajaja. Segundo me encanta esta entrada insomne y alucinatoria, entre la vigilia y el sueño, entre lo real y lo onírico, en ese filo de la espada que separa la consciencia de la muerte cotidiana que es dormir. Me gusta mucho.
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