Para conocer el mundo solo es preciso abrir bien los sentidos y aspirar todo con atención. La mayoría de las veces no vemos lo que está delante hasta que unos ojos ajenos nos cuestionan al respecto; si ocurre que descubrimos lo oculto al cabo del tiempo, será con toda probabilidad consecuencia del más puro azar.
Laurus Audouinii |
Hoy me ha sorprendido la sabiduría del mundo animal. No he contrastado mis sospechas, pero he observado que cuando sopla mucho el viento hay un tipo de gaviota, la Laurus Audouinii, que se sumerge en el mar para volverse más pesada y poder volar en contra del viento. No sé si esta estrategia es común a todas las aves marinas, ni siquiera estoy convencido de mi hipótesis, en cualquier caso, me gusta esa idea: volverse pesado para sobreponerse al viento. Me recuerda un poco a lo que se dice que hay que hacer para no volar cuando hay ventarea, vendaval: hay que meterse piedras en los bolsillos. Estas gaviotas no parecen nada tontas.
Todo es cuestión de observar. Es necesario tomarse el tiempo de conocer el mundo, de escuchar la historia que nos quiera narrar. No todo hay que aprenderlo de los demás. A menudo uno mismo puede aprender. Yo mismo acabo de aprender que el diccionario de la Real Academia no tiene registrado ni el verbo 'constatar' ni sus derivados. ¿Es un galicismo? Pues lo tengo muy enraizado en mí ya. Aprender de todo es sumergirnos en el agua para hacernos pesados y oponernos a las adversidades. No somos tan distintos del resto de seres vivos; está comprobado.
Ambas dos me encantan. Uno se hace "pesado" con las experiencias y los conocimientos y eso le permite enfrentarse a la vida. Y, por supuesto, no hay mejor manera de aprender que hacerlo por uno mismo, para mi es una evidencia.
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