El otro día, mientras paseaba, me encontré con un dibujo hecho con tiza azul en una farola del paseo. El dibujo carecía de cabeza y me pareció una imagen precisa de lo que el actual gobierno parece buscar: seres no pensantes. El dibujo refleja un ser humano muy rudimentario, pero no tiene cabeza. Entonces empecé a imaginarme lo que habría pasado por la mente de ese crío que dibujó así. Me sorprendió porque refleja la realidad. Recortan en educación y empeoran las condiciones de los profesores y, en consecuencia, también de los alumnos. Al empobrecerse el sistema, la enseñanza también empeora y el aprendizaje merma. Al mismo tiempo, con la nueva ley educativa, se reducen las horas de filosofía, eliminan educación para la ciudadanía y, por consiguiente, los alumnos cada vez piensan menos. Si reflexionan menos, es más fácil manipularlos; se vuelven, pues, seres sin cabeza, justo como el humanoide del dibujo.
Por suerte esto es solo un dibujo. Seguramente un mero dibujo sin ninguna intención por parte del autor. Este será un niño que ha cogido una tiza de su aula y, de camino a casa, va haciendo dibujos rápidos por el trayecto de vuelta. Ese niño no creo que sepa lo que está sucediendo, ni se habrá percatado de la situación degradante de su educación. Tampoco le interesa mucho. Para él ir al colegio es sinónimo de aburrimiento. Se levanta desganado, va a clase y se duerme o incordia en clase, se divierte en el recreo y, cuando suena la sirena (toca el timbre), sale corriendo del centro educativo. Suspira y chilla porque ya habrá llegado la hora de terminar ese suplicio por ese día (salvado por la campana). En su cabeza solo está la idea de la diversión, la holgazanería, ser mayor y no tener que estudiar. Poco le interesa lo que esté ocurriendo. Sin embargo, ha dibujado ese muñeco acéfalo y, sin buscarlo, ha proyectado el futuro de muchos de ellos después de la degradación de la educación. ¿Quién sabe?
¿Lograrán crear seres acéfalos? ¿No es peligroso tener seres no pensantes?
En cualquier caso, un par de metros más allá encontré algo muy optimista. Un grafitero había dado una lección de vida: si una roca puede ser feliz nosotros también. Tal vez aquí es donde está la cabeza que le faltaba al dibujo y se trata, entonces, de una obra de arte de la mano de dos artistas que habrían cooperado.
Esto me recordó las palabras de Khayyam: "Sé feliz un instante. Ese instante es la vida."
Lo que me transmite un mensaje optimista. Por más que traten de crear seres acéfalos, no lo lograrán, porque la cabeza siempre está en algún sitio, con su sonrisa burlona y su capacidad para pensar y desentrañar la belleza y el aprendizaje de la vida.
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