Me llamaron, hice la maleta y partí. Lucena me pareció muy grande, íbamos en mi coche Eva y yo recorriendo toda la ciudad detrás del autobús urbano, ella se reía y yo me desquiciaba porque no sabía dónde estábamos ni cómo llegar al centro. Llegamos al otro extremo del pueblo y seguíamos sin saber dónde estaba el instituto y preguntamos a alguien, ya no recuerdo si dos mujeres o una vieja, y llegamos a la hora del recreo. Me encontré con un instituto enorme, moderno, con una fachada blanca con gafas de metal. Entré. Tenía nervios. En Jefatura me trataron muy bien y me indicaron todo lo que tenía que hacer. Me dieron una fabulosa bienvenida. Y ese mismo día empecé mis clases. Estaba nervioso por lo rápido de todo. Al día siguiente ya me quedé en casa Dani, uno de los profes de inglés, igual de friki que yo en el tema de literatura fantástica (puede que sea incluso más que yo, es además un cerebrito). La convivencia ha sido excelente, no ha habido ni un solo prob...
Las primeras palabras se plasmaron sobre piedra, quizás, estas de ahora las plasmo sobre las pantallas líquidas de vuestros ordenadores y teléfonos. Bienvenidos/as al espacio donde mis palabras tienen lugar.