Cementerio de animales libres.
Eso es la autovía. Me entristece sobremanera ver animales aplastados, triturados, irreconocibles, solitarios, despedazados por la velocidad de los vehículos y el peso de los neumáticos. No hay vez en que no vea un animal muerto en el arcén de la autovía.
Solo quería expresar la pena del que no recibe lágrima alguna ni un mero pensamiento. Eran libres y murieron libres. Quizás eso es lo que se han llevado. Pero qué penoso debe ser morir en carretera, sin tener estas que estar ahí; porque las pusimos nosotros y nos olvidamos de que ellos las cruzan, porque como siempre solo miramos por nosotros, antropocentristas por naturaleza, por evolución, por fastidiosa superioridad, por ser nosotros tortugas más que liebres. Debería existir la profesión del florista de animales muertos en carretera y que al menos les dedicara alguien un minuto de silencio y le colocara una bella flor. Suena bonito, pero poco práctico y muchos pensarán que absurdo. ¿Acaso hay cosas que no lo sean?
Cementerio de animales libres, eso sí que es absurdo si lo pensamos con seriedad.
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