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Mostrando entradas de septiembre, 2012

Silencio, ya vienen.

Carmen de los Mártires, Granada, desde donde suena el silencio. Silencio Silencio, ssssh, ya vienen. Ploc, ploc plim, plum fffffffffffffffffuufufufufff Silencio, ya vienen la tormenta, el viento, un relámpago que truena se dibuja desde lejos, raya con crudeza el ahora gris firmamento. Silencio, ya llegan las gotas repletas de tempestades, una acaricia que se vuelve de agua, para luego ser aire, fuego, hielo, tela, una gota a otra, que la mano condensa de ruido, que los dedos tejen sigilosos, antes líquido, ahora lana. Gris metálico, suavidad, de lo húmedo a lo primordial, al calor del abrigo, a la bufanda que teje Penélope al borde del precipicio:        a        b        i        s         m        o Silencio, ya vienen, ¿No oyes los pasos del destino? ¿La ráfaga crujiendo la vela y el mastil? ¿La voz dispersa por el ruido? ¿La voz de la sirena agrietada por el vino? ¿La riada que taconea el mundo por el río? Sileeeeeeeeencio, ca

Ofertas a Caronte

No hay dinero, salvo el óbolo oportuno que te ponen en la boca, para callarte, para pagarte el trayecto. Mareas de tristeza, ondas de desazón, al ver que nada cambia, salvo para peor. Hay ofertas en una laguna, territorio de Carón, nieblas profundas, de difícil transición. La barca es de madera, de bosques incendiados, y la tijera de Rajoy no ha logrado penetrar; bichejos mitológicos la agitan, políticos los llaman. Ofertas de Caronte, ganan todos, los que mueren y los que viven. Se desborda la laguna de clientes forzados, Caronte no sabe qué hacer, una barca sola no puede trasladar el pueblo a su destrucción. Caronte siempre mudo, está al borde de la explosión, si el político no quita las rebajas, los saldos de la guadaña, Carón va a revolucionarse y los muertos fallecidos del Hades van a volver con Caronte a la cabeza para que la democracia, mucho tiempo enmascarada, respire.

Golondrina envidiada.

A ti, golondrina, envidio tu preciado vuelo, las acrobacias que haces en el viento, tus paseos seductores, tus perfiladas alas, el negro de tu plumaje, tus ojos siniestros. Tengo celos de tu canto, de tu rutinario trabajo, el nido que tiene de choza africana barro y saliva, la pareja que aguarda dentro con el chicuelo. Te acercas a la entrada, pidiendo permiso para pasar y si no te lo permiten esperas en la ventana con sincera necesidad de apego. Antes llovía ahí fuera, eran otros tiempos, lucía el sol un rato y luego llegaba el aguacero, tal vez fuerte y peligroso, quizás agua abundante. Y tú permanecías quieto pero no distante, en ese sitio que añoro y echo de menos, donde tú has de esperar, yo quiero, porque allí es donde se asoma la mano que deseo. Sale el cigarrillo con el humo, que no vaho, de su linda boca, odio esa sensación que es muerte evaporada, pero, cuando escapa de tus labios me enamora, y no solo eso, ansío tu metal, tu epicentro, el gas que explot

Prisión o libro, acaso vida.

Torres de libros aguardan un refugio dentro del refugio, una prisión que encierra páginas, paredes de espuma alborotada, de llamas que hielan                                                 -flamas de rabia.- Hay prólogos escritos desde hace tiempo, canciones de palabras                                                  -tristes chispazos melódicos- que cuentan el tiempo ido, la tela que quedó deshilachada por Penélope, única en las artes del engaño. Versos o prosas salvajes demasiado comedidas, sonidos pausados, aun azotados por el viento, pasan como pasa la vida, hoja a hoja, sueño a desvelo, ¿Soy yo o ya hace frío? ¿Llegó el invierno sin apenas darme cuenta o acaso es todo un espejismo?                                                  -no creas lo que la conciencia refleja en el espejo- Lo sé, no sé qué es el tiempo, desconozco la vida, sus pros y sus lamentos, porque en esta prisión que vivo, la luz solo entra con desalientos, no del mío henchido de entusiasmo

La luna y el niño.

La vejez es tan inteligente como la primera juventud. Ayer mientras paseaba a mi perra me encontré con un amigo y su hijo pequeño al doblar una esquina. Era de noche, el viento había empezado a soplar y padre e hijo corrían riendo felices de compartir ese momento que parecía de juego. Mi amigo es alguien al que tengo el cariño y el aprecio de quien fue mi mejor amigo durante años y quien comparte conmigo vivencias y recuerdos cuya huella cerebral procuramos mantener activa, porque recordar el pasado siempre es gratificante cuando se refiere a una amistad. Su hijo es mi devoción. Es un niño inteligente, rebosante de energía, de ganas de saber, de jugar, de elaborar máscaras de spiderman sin cesar o de hablar con una claridad y una maduraz impropia de alguien tan pequeño. Es mi amigo en versión pequeña, un frasquito de fragancia. Mientras hablo con su padre, el niño pregunta: - Papá, ¿Por qué nos persigue la luna? En esa pregunta hay deseo de respuestas, quizás un ci

Descarrilado

Oculto sale el sol tras una celosía de nubes grises, espasmos virulentos de roja sangre en la retina o un espejismo tedioso. La esperanza es armoniosa cuando dimite, pero la muerte, triste recipiente explosivo, estalla en los carrillos de la vida. Rueda la luna por las escaleras, tiene un pinchazo y parece abollada. Un despertador calla agujas e infla los ojos de granizos, ¿Es otoño?¿Qué sucede dentro? En el espejo hay bruma y un abismo que se confunden en la pupila, el reflejo de alguien conocido, pero que no hallo ahora mismo. Donde el norte era norte ahora es sur, ¿acaso oeste? Baja cuando sube, porque es ir hacia el SUBsuelo. Antes había un camino, una rutina aburrida, al menos un puente levadizo. Cruzan gentes su mirada, huele olores y aromas de tomillo y en el filo de la acera el vértigo tira de su cuello efusivo. Cayó la vida por el precipicio de una rutina perdida que surgía al cruzar el quicio. .

Sobre Identidades asesinas de Maalouf

Nací en Granada, aunque pasé mi formación embrionaria en el vientre de mi madre, que vivía en Mallorca, y pasé allí mis primeros años de vida, hasta que pulmonías interminables y extraños bloqueos respiratorias obligaron a mis padres a alejarme de aquella humedad isleña.  Tras mi primera comunión pasé a vivir a Roquetas de Mar, dejando atrás años de ceceo y horas de travesuras callejeras, "buscando el peligro" como decía mi madre y con churretes en las mejillas del polvo incrustado de la vida misma. Fui motivo de burla, me encerré por entonces en el piso, guarecido por los libros y el sonido de una flauta desafinada que nunca logré dominar. He tenido miedos, sufrido insultos y risas burlescas, del mismo modo que yo me he reído de otros.  Otra comunión, la de mi hermano, supuso otro puente hacia la universidad, cuando yo ya no creía en dioses ni supersticiones. He tenido gustos dispares, sueños cambiantes y profesiones volátiles. De padres salobreñeros y abuelos c

Huidas desesperadas de septiembre

Arrasa el azul cielo las nubes grises, no puede el sol con su espadas cortar en jirones su espesor ni el frío que las gobierna. Agosto ya moría definitivamente en ese abrazo cruel del nubarrón y el horizonte sufrió el apagón. Salen los peces a la superficie, unas gaviotas perdidas tocan tierra, están desorientadas, desilusionadas, una tormenta se desata en rayos y el sueño del bañista se oscurece. Quiere paz y tranquilidad, aquel sol, luz caliente de antaño, del segundo anterior, pero ni luminosidad que arda queda. Lanzan los cúmulos una horda de flechas mojadas de virus y resfriados, de cambios; huye el hombre con precipitación, busca abrigo más allá de su toalla, se cubre con un libro, que se arruga, no es el tiempo el causante, no el de Cronos, sí el de Zeus. El hijo mató al padre, fue en defensa propia, dicen. Hombre sin techo, indefenso, es herido por las saetas. Se alzan las olas, susurraba el viento, ahora sopla y grita espuma. Allí divisa un huec