Ir al contenido principal

Soy papel congelado

No suena el despertador, porque yo ya lo había apagado. Me había girado dentro de la tonelada de mantas, con el miedo del que se sabe al borde de un precipicio de hielo, desde el cual emerge una lluvia de estacas congeladas, y lo había desconectado. Con la oscuridad delante de los ojos encendí la luz, algo desorientado, ausente, como presente en una realidad paralela, probablemente en el mundo de Sartre, entre el bronce y la sensación de estar desnudo y desprovisto de una piel que me proteja del infierno helado de la vida. 

La mañana transcurre bien: un examen, unas fotocopias, un exceso de energía para controlar a un numeroso grupo de niños inquietos, charlatanes, revoltosos... niños, a fin de cuentas. Suena el timbre, estridente como siempre, cruzo entonces el umbral que separa la surrealidad y el mundo de los vivos, entro en el bar de Agu y sin pedir ya tengo en la mesa el café con leche y la media tostada. Rodeado de compañeros, surge la imagen del chico pelirrojo, el prepotente, el talentoso, el niño que sin haber estudiado francés en toda su vida es capaz de soltarme en clase "Sacrebleu!" como una expresión cotidiana que cualquiera debería conocer. Conversamos largo y tendido sobre el asunto de la sobredotación intelectual y me pierdo en ese mismo abismo de hielo del que hablaba antes, porque me siento caminante de un camino lleno de capas de hielo y escarcha; son temas tan peliagudos, casos tan complejos, que es justo ahí cuando siento que soy un principiante, un jovenzuelo que si no se las ingenia constantemente para crear zapatos antiadherente resbala y cae de bruces contra el pavimento. 

La jornada laboral acaba con otra alarma estridente, igual de estresante. Camino entonces por las callejuelas de la ciudad, en busca de fachadas de ensueño, de tiendas de barrio, de historias ajenas a las que presto atención por pura inercia, por naturaleza propia, y llego por casualidad a un puesto de libros de segunda mano. Inevitablemente, todo a mi alrededor se congela, no ya por el frío sino porque los libros estiran sus kilométricas páginas y en un abrazo de papel paralizan la vida. Ojeo las pilas de libros, busco algo interesante, algo conocido, algo atractivo, una boca de papel que comience a hablar, a recitarme una historia interesante, un sueño vivo. Selecciono dos, uno de Beauvoir, otro de Alfredo Gómez Cerdá, y pago. Estoy feliz; huyo del centro, cambiando las calles de cemento, las paredes de ladrillo, por la rugosidad del papel. 

He llegado la rugosa casa; rugosa porque está hecha de papel y letras. 
Soy papel, ya no mojado, sino congelado.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Una tradición muy andaluza: el agareo

En Andalucía, por lo menos en la zona de Granada costa y Almería, todo niño pequeño sabe que puede llegar algún familiar o adulto que al grito de un " El agareo " se te lance y con otros niños, los primos o amigos, te agarren el cuerpo, te bajen el pantalón y, tras muchos forcejeos e intentos de no dejar tus partes pudendas al descubierto, acaba quedando semidesnudo de cadera para abajo y recibir un escupitajo en el susodicho pene.  Yo he sufrido muchas veces el agareo por parte de mi tía la más joven, aunque nunca me escupía. A simple vista puede parecer un horror, pero en el fondo todos se ríen muchísimo. Yo con el forcejeo me lo pasaba de escándalo, envuelto en risas.  Castillo de Salobreña y cruz cristiana a sus pies. Hace unos años descubrí por casualidad el origen de esta tradición andaluza. Se trata de un juego nacido en tiempos de la conversión de los moriscos. No creo que sea necesario situar los hechos, porque todos sabemos lo que ocurrió tras la c

Resistencia de Rosa Aneiros en español

Hoy vengo a hablar de un libro que me regaló una estupenda amiga hace un par de meses y que me sorprendió mucho: Resistencia de Rosa Aneiros en español o en castellano, como prefiráis . Rosa Aneiros cuenta en un lenguaje poético, fresco y renovador una difícil historia de amor entre Dinís y Filipa en el Portugal del siglo pasado; explica y narra, además, la atmósfera que rodea a dicho romance: la historia de unos personajes secundarios, que bien podrían ser tratados por principales. Expresa con soltura la velocidad con que pasa el tiempo y deja al final el corazón repleto de salitre. Esta historia nos narra las dificultades de un amor en una época y unas circunstancias determinadas, donde las leyes de la vida lo rigen todo y la resistencia es lo único que puede hacerle frente. En ella encontraremos personajes hechos de salitre y agujas de pino, que deberán afrontar una lucha con la vida y con los personajes que obstaculizan su felicidad, mediante tesón y una acérrima resistencia

La luz que se fue renació en otro nuevo día

  En este atardecer de hace un año,  moría el día, como mueren las historias.  En ese día, aquel, dolían los pies,  como debieron doler a aquel  que una vez corrió en Maratón.  Aquel era este, como este era aquel,  como la guerra que aquí se pierde,  como la guerra que allí se inicia  siempre.  Yo he perdido en guerras que otros ganaron, para después ganar las que otros acabaron perdiendo.  Yo, como todos, dejé coraza y casco, Dejé bandera, casa y hasta mi prado, Como el padre que un día dejó su legado. Perdí la luna y la noche se hizo oscura. Moría el sol y con él la luz.  Pero bien sabemos que al igual que no hay tormenta que dure eternamente, No hay noche que dure para siempre.  Hoy hace cuatro meses que nacía el sol de nuevo,  Cuatro meses,  con sus semanas,  días,    horas,  minutos    y segundos. Hoy no es como el hoy de hace un año. Hoy es un hoy diferente, mucho más iluminado, mucho más claro,  con más soles de amaneceres Que refugios de atardeceres. Hoy eres tú, Hoy soy yo.