Y de repente llega el recuerdo de un momento repetido y ya lejano en el tiempo. Por ello deseo fortalecer esa imagen y cierro los ojos mientras mi hermano aprieta el gatillo del bote de matamosquitos y fumiga todo el salón. Se funde el recuerdo con el olor del insecticida, los párpados entornados y el tiempo de verano en el cortijo. Es de noche, oscura noche de canto de grillos y repiqueteo de chicharras, noche de aromas a dama de noche y jazmín. Y allí estoy con mi madre y mi hermano tumbados en un colchón en el suelo, frescos por el tacto frío de las sábanas recién colocadas y con la luz del cirio de mi abuela bailando por la pared blanca e inclinada de aquella chimenea que nunca se encendía. Y la voz de mi abuela avisando,"cerrad los ojos, que voy a 'azofatah'" y acto seguido llenaba aquel salón, que solo vive ya en el barrio privado de la memoria, de olor a León Rojo. Recuerdo aquello y me ahoga el peso del tiempo, el lento ahogamiento de aquel insecticida que se cuela por el recuerdo.
En Andalucía, por lo menos en la zona de Granada costa y Almería, todo niño pequeño sabe que puede llegar algún familiar o adulto que al grito de un " El agareo " se te lance y con otros niños, los primos o amigos, te agarren el cuerpo, te bajen el pantalón y, tras muchos forcejeos e intentos de no dejar tus partes pudendas al descubierto, acaba quedando semidesnudo de cadera para abajo y recibir un escupitajo en el susodicho pene. Yo he sufrido muchas veces el agareo por parte de mi tía la más joven, aunque nunca me escupía. A simple vista puede parecer un horror, pero en el fondo todos se ríen muchísimo. Yo con el forcejeo me lo pasaba de escándalo, envuelto en risas. Castillo de Salobreña y cruz cristiana a sus pies. Hace unos años descubrí por casualidad el origen de esta tradición andaluza. Se trata de un juego nacido en tiempos de la conversión de los moriscos. No creo que sea necesario situar los hechos, porque todos sabemos lo que ocurrió tras la c
Hermoso y bien traído recuerdo de infancia.
ResponderEliminar