Me hace gracia, porque se ve que cuando hablo lo hago en exceso, como un papagayo que es incapaz de controlarse, y, claro, la gente trata de escapar de mis palabras a veces. Me hace gracia porque siempre me doy cuenta y no sé detener el fluir de los verbos y me vuelvo hasta pesado.
Yo, que tengo mente de niño en muchos aspectos, cuando pienso en esto me imagino todo como en los dibujitos animados y me veo lanzando un torrente de palabras, como un río donde flotan verbos de colores, adjetivos con multitud de formas distintas, preposiciones chiquititas y grandilocuentes adverbios y me imagino al interlocutor con cara de espanto, con ganas de huir pero sin poder hacerlo porque una cadena gramatical lo retiene y el suelo bajo sus pies se llena de puntiagudos puntos, puntos y coma, comas y tildes afiladas. Me descojono yo solo de la risa, al imaginar a muchos de los clientes del hotel presos por mi verbo ilimitado.
Ay, qué cosas más absurdas crea mi mente. Tonterías varias.
me encanta esta entrada, es como tú dices, tan de mente infantil, tan ingenua y tan profunda a la vez, como lo son los pensamientos de los niños ... y además también me siento identificado jejejeje
ResponderEliminarEs gracioso. Tú y yo somos iguales en eso. Jiji.
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