Hoy es el día del libro. Se supone que se eligió el día de hoy porque coincide con los autores relevantes de la literatura en español y de la literatura en inglés, Cervantes y Shakespeare. Menuda tontería. No lo digo porque no sea una buena idea ni porque sean autores sin relevancia, mas al contrario; solo opino que se trata de otra manipulación de la historia, no sorprendente, por cierto. ¿A qué me refiero? Al hecho de que ambos no murieron el mismo día, por la simple razón de que el calendario gregoriano no es el mismo que el calendario utilizado en aquella época en Inglaterra.
Pero esto poco importa, me parece.
La cuestión es que hoy se celebra la lectura, que, obviando el detalle de que es pura campaña de ventas, se trata de un hecho importante para mí, porque la gente acaba víéndose influida y al menos cae en sus manos un libro al año, que como bien se dice no hace daño; con suerte y amable fortuna hasta acaban enganchándose a algún nuevo autor que descubren por casualidad y ya no tienen escapatoria. Sí. Eso puede ser así.
Siempre he dicho que los libros son tan sumamente importantes en mi vida, que podría deberles la poca cordura que tengo muchas veces. Ellos me han salvado infinitas veces del tedio, mal este de terribles consecuencias. Si hay algo penoso es que el tedio y el aburrimiento se instalen en las arterias y nos colmen de desgano, de desmotivación.
¿Sabéis lo que realmente me gusta de los libros? No solo el hecho de que cuentan historias, sino que por extraño que pueda parecer los libros cuentan nuestra propia historia, le dan voz, volumen y nos ayudan a proyectar películas mentales que nos atañen. Nos llenan, por decirlo de algún modo.
En definitiva, solo quería dedicar un poco de mi tiempo a hablar de ellos, de los libros. No comprendo cómo puede haber tanta gente que no los adore. Son tan reveladores. De hecho, quiero mantener la esperanza de que toda persona que no lee acabará encontrando el libro que le cambie la vida, porque cuando eso sucede uno ya no es el mismo, uno ha sido tocado por la lucidez del otro, el otro que es uno mismo y, por consiguiente, desarrollar una empatía con el mundo apropiada a esta corta existencia, a esta absurda vida, carente de por sí de todo lo lógico.
Pon un libro en tu vida. Yo he puesto tantos ya que he perdido la cuenta, pero sin duda ninguno iguala a libros como "L'étranger" o "Le petit prince", libros que ya forman parte de un universo que es el mío interno, un territorio propio que no dudo en visitar cada vez que me apetece, cada vez que necesito que el principito no muera, porque es abrir sus páginas y resucita con su sabiduría infantil.
Feliz día del libro, espero que hayan tenido. Os dejo mientras yo leo "Dietario voluble" de Vila-Matas.
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