El verano incombustible andaluz
camina lento, lento,
arrastra los pies, llenos de heridas,
mientras deja a su paso hilos
de la sangre que ya es sudor.
Ignífuga desesperación me quema,
un incendio abrasador, que arde
en el bosque que era aire,
donde ya no queda ni ilusión.
Vuelve el suspiro que asfixia,
ese sentimiento tan destructor,
que como rayo refulgente
eclipsa a la par que fulmina.
Suda la esperanza,
aunque queda el amor,
solo eso dibuja estrellas
como perfuma el sol.
Luces o sombras,
grises que colman
y a veces vacían
la triste solanía.
Ya no queda bosque
verde, florido,
tan solo son brasas,
cenizas oscuras.
Desiertos sonríen sequedad,
carcomen la escasa felicidad
que fue el espejismo acostumbrado
del malparido hado.
Que acabe ya, por favor,
que acabe ya el verano,
que vuelvan los tiempos,
dulces tiempos de primavera.
Ya te dije lo que me gusta este poema, pero es que no me resisto a dejarlo por escrito. Una de las cosas mas difíciles de hacer es describir con palabras un sentimiento, quien lo consigue, debe ser realmente considerado un artífice de la palabra.
ResponderEliminarSí, ya me dijiste que te gustaba. A mi no me gustaba demasiado pero desde que me lo dijiste el otro día lo he releído varias veces y empiezo a sentir que no está tan mal como pensaba. Eso sí, describe mi estado de ánimo... Gracias.
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