16 de julio fue el último día que escribí en esta presa de palabras líquidas. Parece increíble que hayan pasado casi dos semanas sin escribir absolutamente nada aquí. Lo que más me sorprende es que he entrado a diario en él para releerme, como si escribiera acaso obras de arte o algo digno de ser releído, y no he tenido las ganas de ponerme a teclear y dejar salir un poquito de agua caligráfica para depositarla en este pequeño cuenco cibernético.
Que no haya escrito aquí no significa que haya dejado de hacerlo mentalmente. De hecho, mi cabecita loca no ha cesado en ese pesado empeño y ha acabado saliendo en forma de libros inacabados y preguntas para nuevas historias. Anoche mismo tuve un sueño completo, extraño y lleno de matices y aventuras, donde curiosamente yo no era uno de los personajes, sino más bien un mero espectador o el cámara que señala los planos y puntos de acción precisos; de resultas de ello nada más despertar he trazado un simple esquema de lo que en el mismo acontecía.
Asimismo, a falta de acción que no sean subidas de la prima de riesgo, desplomes de la bolsa, recortes y atentados contra el estado del bienestar, etc. yo mismo he buscado vías de escape, acción; no solo la que proporcionan los libros, sino también la lúdica, la que ofrece un juego en el ordenador, donde eliges a una hechicera y vas completando niveles y liberando adrenalina a cambio de una extracción de la realidad: enciendes el ordenador, introduces el cd y a jugar. Parece una estulticia por mi parte, una pérdida de tiempo, que vista la situación debería dedicar a la búsqueda frustrante y ansiosa de trabajo en un país donde se valora más a los ricos que a los pobres y donde el trabajo no importa a nadie más que a los pobres que lo sufren; que en nuestro caso preocupa a muchos españoles, casi todos, salvo los cuatro ricos que poseen la mayoría del dinero en paraísos fiscales. ¿Qué nos queda a la destruída clase media, otrora clase dinamizadora del país, ahora simples hormiguitas aterradas y caminando por un ligero hilo que lleva a un futuro más incierto que el propio presente?
Yo, como la mayoría de los jóvenes, estoy destinado al desempleo, tras las reformas y recortes en educación y, en consecuencia, puede que me vea obligado a buscar vacas más gordas que las que se encuentran aquí ahora; estas delgadas ahora, sin pastos verdes ni dueños que se ocupen de ellas.
A pesar de todo tengo mis proyectos:
- literarios: Proyecto Lux. Proyecto Sinae. Proyecto Polis y proyecto Cajonera. Son cuatro historias largas que tengo desarrolladas en mayor o menor profundidad.
-laborales: Si al término de mi subsidio por desempleo no he encontrado un simple trabajo, me veré obligado a abandonar este país con una mísera maleta y un mundo salvaje como destino. Me dieron las buenas mieles y ahora me las roban sin consideración, dejándome cual hormiga trabajadora que ve arder su reserva para resistir el tenaz invierno.
Hay planes, muchos planes; tantos como trampas y oscuridades se ocultan en el duro camino. Pero no estoy solo. No.
Para mi fortuna.
Y el sol volverá a deshacer las temibles nubes secas en jirones de esperanza y el mal será vencido como ha de ser. Somos dueños de nuestro destino y nos comeremos a las aves carroñeras, incluso si somos simples hormigas.
Tranquilidad, compañero, a la buena gente como tú, siempre hay campos verdes que cultivar a la vuelta del camino. Quizás tengas que andar algunos metros más para encontrar el campo verde.
ResponderEliminarÁnimo, te mando mucha energy.
Gracias por tus palabras. Claro que habrá campos verdes. Eso espero; incluso aquí volverá la alegre primavera con sus flores aromáticas y su verde esperanzador.
EliminarLo importante joselillo es que haya planes y proyectos, eso le hace avanzar a uno, hay que tener la intención de mejorar, de querer hacer cosas, eso nos mantiene vivos. Un abrazo fuerte, amigo.
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